Perdonen mi desazón y perdonen que insista, pero después de asistir al segundo concierto de abono televisado de la Orquesta y Coro de RTVE en la tarde del viernes me siento un poco abochornado del país en que vivo.

Los tiros de cámara nos han permitido ver que el patio de butacas del madrileño Teatro Monumental estaba semivacío. Que había muchos más músicos y cantores sobre el escenario que espectadores escuchándolos. ¡En todo un Madrid! Les puedo asegurar que cualquier actuación de un monologuista de tres al cuarto congrega a más público. No digamos ya de cualquier partido de fútbol de una liguilla de tercera regional, que ni siquiera sé cómo se llaman ahora esas categorías inferiores del balompié.

Estamos hablando nada más y nada menos que de una de las orquestas más prestigiosas de España. De la Orquesta y Coro de RTVE. De las formaciones que giran internacionalmente por su calado. Si lo que ocurría dentro del teatro en este inicio de la temporada 2022/2023 no era muy alentador, mirando los audímetros se nos caía el alma a los pies. Ahora que por fin alguien con mando en Prado del Rey había decidido emitir Los conciertos de la 2 los viernes por la tarde en semidirecto, el dato es descorazonador: sólo un 0,7% siguieron la emisión del 14 de octubre, emitida entre el estreno de Un país para leerlo y Días de cine, reducidísima en duración para lo previsto en la sala.

En dicho concierto se entregaba el Premio Reina Sofía de composición, y la propia reina emérita acudió en persona al acontecimiento a entregarlo.

Hasta que acabe 2022 el único concierto de abono que volveremos a ver será el que se emita el último viernes de noviembre. Nada más.

Después de prometer que después de 30 años programando la música clásica a las 8 de la mañana podríamos gozarla a la hora en que tienen lugar los conciertos en la calle Atocha, mucho nos tememos que a la hora de la verdad el compromiso va a ser papel mojado. Qué pena que ni siquiera los directivos que están al frente de los departamentos de Cultura se pongan de acuerdo para que todos salgamos ganando. Todo es cuestión de causa/efecto. Un país que año tras año y década tras década viene aculturizando a su población paga sus consecuencias.

Una televisión pública como la nuestra que abomina de la cultura incluso en el canal que supuestamente debería mimarla, ha terminado por maleducar a sus espectadores, logrando que éstos rechacen cualquier contenido que huela a esa palabra. Es de cajón.