El Palquillo

El convento de San Leandro pone a la veneración a la Virgen de los Dolores de Cristóbal Ramos

  • La imagen, que se podrá visitar este Viernes de Dolores, se encuentra durante el año en la clausura

  • Las monjas pondrán sus dulces de cuaresma a la venta, contribuyendo al sostenimiento del cenobio

El convento de San Leandro pone a la veneración a la Virgen de los Dolores de Cristóbal Ramos.

El convento de San Leandro pone a la veneración a la Virgen de los Dolores de Cristóbal Ramos. / Daniel Salvador-Almeida

El convento de San Leandro expondrá para su pública veneración este viernes 8 de abril, en horario de 10:00 a 14:00 y de 16:30 a 20:30, la imagen de la Virgen de los Dolores de su clausura. La Virgen de los Dolores del Calvario se halla en el claustro principal del monasterio, desconociéndose las circunstancias de su llegada a este cenobio. Se sitúa en una hornacina propia, frente a la puerta menor de entrada al coro bajo del templo, concretamente, en el tránsito al claustro de San José. La Virgen se representa erguida y a tamaño natural, siendo realizada en barro cocido policromado, como suele ser habitual en este escultor. Mide 130 centímetros de alto.  

Aunque el archivo monacal no indica la autoría de la imagen, la Dolorosa responde plenamente al estilo de Cristóbal Ramos, verdadero experto en la confección de este tipo de imágenes en las que destaca, junto con la belleza formal del semblante, la maestría en el dominio del modelado en barro. La Virgen recibe el apelativo “del Calvario” pues la misma conformaba un altar efímero durante el tiempo de cuaresma que se colocaba, según la tradición oral, en la cabecera del coro bajo, delante del retablo dedicado a san Juan. Esta composición recreaba la escena del monte Gólgota, colocando a la Dolorosa junto a un san Juan de tamaño natural a los pies del Crucificado de papelón, anteriormente mencionado. Confirman este testimonio los anclajes insertados en el retablo para el crucificado, el dosel y el banco de altar que se colocaba sobre la sillería. 

El convento de San Leandro pone a la veneración a la Virgen de los Dolores de Cristóbal Ramos. El convento de San Leandro pone a la veneración a la Virgen de los Dolores de Cristóbal Ramos.

El convento de San Leandro pone a la veneración a la Virgen de los Dolores de Cristóbal Ramos. / Daniel Salvador-Almeida

El rostro, de gran hermosura, muestra a la Virgen con un rictus dolorido, al que contribuyen poderosa­mente las cejas finas y onduladas, y la policromía de las mejillas, sonrosadas por efecto de la congoja y el llanto, así como por sus lágrimas de cristal. Rasgo estilís­tico común con las imágenes de la Virgen de Ramos es igualmente la nariz recta y la boca pe­queña y entreabierta, que permite ver los dientes superiores finamente modelados, así como el hoyuelo en la barbilla y la característica papada que comparte con sus producciones infantiles. Con cabeza suavemente vuelta hacia la derecha, su mirada permanece baja. Faltan las pestañas que completarían y enmarcarían sus ojos, entre la caída de sus párpados superiores y los inferio­res algo abultados y ligeramente ojerosos. Las manos se posicionan entrelazadas a la altura del pecho. Afortunadamente, los conventos no sucumbieron a la moda del cambio de manos en sus dolorosas que continuaron con las originales entrecruzadas.  

Se trata de una pieza de gran calidad, con unas carac­terísticas tipológicas y morfológicas tan próximas a otras imágenes de la Dolorosa de Cristóbal Ramos que no dudamos a la hora de atribuírsela. Contemplando la caída de su mirada, observamos similitudes, especialmente, con las imágenes marianas dolientes de la iglesia de Santa Ana de Algodonales, así como la perteneciente al retablo pasionario del Crucificado del convento de la Concepción de Osuna, también conocida como Virgen de la Soledad. 

Los tonos claros con tonos mates a la hora de aplicar la policromía hacen de las obras de Ramos imágenes de una gracia especial, una belleza idealizada a medio camino entre el gusto rococó y el academicismo pujante a finales del siglo XVIII. Al igual que la anterior, esta obra necesita una limpieza general y la restauración de sus pestañas para recuperar la mirada original de la cual la dotó su autor. 

Este viernes será una ocasión única para su contemplación pues la misma como hemos mencionado se sitúa durante el año en su clausura. Igualmente, las monjas pondrán sus dulces de cuaresma para la venta, contribuyendo al sostenimiento del convento. 

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