20 aniversario
  • La provincia ha visto nacer en estas décadas a dos nuevos municipios tras años de reivindicaciones, Fuente Carreteros y La Guijarrosa, al tiempo que los ayuntamientos se han llenado de colores políticos

Ahora somos 77 y más plurales

Antonio Ruiz junto a los alcaldes de Fuente Carreteros y La Guijarrosa. Antonio Ruiz junto a los alcaldes de Fuente Carreteros y La Guijarrosa.

Antonio Ruiz junto a los alcaldes de Fuente Carreteros y La Guijarrosa. / Juan Ayala

Escrito por

· Ángel Robles

Redactor

La provincia de Córdoba de 2020 ha cambiado sustancialmente respecto a la de 2000, cuando este periódico empezó a publicar sus primeros ejemplares. En primer lugar, somos más, gracias a la incorporación de La Guijarrosa y Fuente Carreteros como localidades con pleno derecho, con ayuntamientos absolutamente autónomos y un futuro por delante independiente, para lo bueno y para lo malo.

Tras años de reivindicaciones, la Junta de Andalucía daba el 2 de octubre de 2018 el visto bueno definitivo a la segregación de ambas localidades respecto a sus ayuntamientos matrices, Santaella y Fuente Palmera. Ahora, en 2020, somos 77; en 2000, éramos 75. Pueden parecer solo un número, pero se trata de un cambio histórico, pues es excepcional la creación de nuevas localidades en una época en la que, precisamente, se tiende a todo lo contrario, a unificar consistorios para ahorrar costes.

Y, como gran transformación, hay que aseverar que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación lo han cambiado todo en la provincia, de Norte a Sur, de Este a Oeste. Desde la política a la economía, desde el ocio hasta la manera de relacionarnos. Vivimos en municipios más abiertos, más conectados, más plurales. Y eso ha traído como consecuencia una variedad de colores políticos a los ayuntamientos que a principios del milenio era impensable.

Las últimas elecciones municipales, en mayo de 2019, constataban precisamente que ésta es una provincia cada vez más diversa. El PSOE perdió hace varios mandatos su hegemonía absoluta para dar el relevo a un PP consolidado fuera de la capital y a una amalgama de partidos independientes con raíces ciudadanas, con IU aún activo en la llamada campiña roja y con Ciudadanos, Vox y Podemos dando variedad de colores a los plenarios.

Así, de los grandes barones socialistas que regían los destinos de los cordobeses a principios del milenio y que protagonizaban las páginas de este periódico, apenas queda ninguno en primera línea. Luis Moreno, quien fuera todopoderoso regidor de Baena, se vio obligado a dejar la Alcaldía por los resultados obtenidos en 2011, aunque ha vuelto a sentarse en el plenario como independiente; José Luis Bergillos, exalcalde lucentino, corrió la misma suerte; Antonio Fernández, exregidor de Pozoblanco, dejó la política municipal para convertirse en delegado de Empleo –una etapa por la que afrontó varias imputaciones–; Salvador Blanco, primer edil de Palma del Río desde 1991 hasta 2007, está jubilado tras pasar por la Diputación; Antonio Sánchez Villaverde, sempiterno alcalde de Montoro, también está ya fuera de la política activa, y, en Fuente Palmera, Antonio Guisado soporta varias condenas de su etapa como regidor absolutista.

La retirada de la primera línea de fuego de estos nombres ha dado paso no solo a una generación más joven, sino que ha ido pareja a la apertura de los municipios a colores políticos que hasta hace poco eran excepciones. La sorpresa, de hecho, fue mayúscula en 2011, cuando un PP fortísimo ganó las elecciones municipales y, por primera vez, se hizo con las riendas de la Diputación. María Luisa Ceballos, alcaldesa de Priego de Córdoba, se convertía de esta manera en la primera mujer que presidía la institución provincial.

María Luisa Ceballos en su posesiín como presidenta de la Diputación en 2011. María Luisa Ceballos en su posesiín como presidenta de la Diputación en 2011.

María Luisa Ceballos en su posesiín como presidenta de la Diputación en 2011. / José Martínez

Veinte años han dado para mucho y cuatro han sido los presidentes que han pasado por el palacio de la Merced: los socialistas Matías González –obligado a dimitir tras la denuncia presentada por una extrabajadora–, Francisco Pulido, la ya citada María Luisa Ceballos y el actual, Antonio Ruiz, alcalde de Rute y secretario provincial del PSOE.

Este relevo generacional, más abierto, más plural, con más colores políticos, ha ido sin embargo parejo a una mayor inestabilidad en los ayuntamientos, sobre todo a partir de los comicios de 2011, con pactos inconsistentes como el protagonizado por PSOE y CDeI en Pozoblanco o el mantenido por PSOE e IU en ese mismo mandato en Lucena. Los comicios de 2019 dejaron un panorama aún más abierto y una decena de municipios está ahora regido por formaciones independientes que no tienen representación alguna en la Diputación.

En los últimos tiempos, a la par que subía la exigencia social sobre el manejo del dinero público por los escándalos de corrupción que han golpeado a los grandes partidos, los municipios también quedaban salpicados por corruptelas que han tenido su traslado a los juzgados. El ya citado exalcalde de Fuente Palmera, Antonio Guisado, soporta varias condenas judiciales por su gestión al frente del Ayuntamiento colono y es una de las figuras que más en apuros ha puesto al PSOE de la provincia.

También la exalcaldesa de Peñarroya-Pueblonuevo, la exsocialista Luisa Ruiz, fue detenida por su presunta implicación en un escándalo de corrupción por la gestión de los fondos Miner –el caso aún no se ha resuelto–. La Diputación también ha tenido su propio caso de corrupción en el Consorcio Provincial de Prevención y Extinción de Incendios, con una condena de cinco años al exgerente Antonio Navarrete por apropiarse de 600.000 euros de dinero público.

La pérdida de población se acentúa

El fenómeno de la despoblación ha dejado de ser una mera teoría demográfica para convertirse en una realidad que hay que combatir de inmediato. Y aunque Córdoba, está claro, no se encuentra aún en la situación de provincias como Soria, Huesca o Teruel, la sangría continua de habitantes es una realidad. Tanto es así que el 87% de las localidades ha reducido su padrón en los últimos 20 años.

En la provincia de Córdoba, hay empadronadas en la actualidad 782.979 personas, lo que supone una pérdida de 21.019 vecinos en este tiempo. Comparativamente, es como si la localidad de Palma del Río, la más cercana a ese número, hubiera desaparecido. En términos porcentuales, esta cifra significa una reducción del padrón del 2,6%. Las localidades que ganan vecinos son la excepción.

La situación es especialmente dramática en los municipios más pequeños de Los Pedroches y del Alto Guadiato, hasta el punto de que esta evolución formaba parte de la agenda política hasta que el covid-19 obligó a replantear las prioridades.

Auge y caída de Lucena

Las diferencias entre el Norte y el Sur se han mantenido durante todos estos años, avivadas por el fulgurante crecimiento de las ciudades medias de la Campiña y la Subbética, un ascenso que, sin embargo, la crisis frenó en seco. El ejemplo más claro ha sido Lucena, una ciudad en la que los sectores de la madera y el frío despegaron a velocidad de crucero, junto a otros como el de la construcción o la industria, a principios de siglo.

En pocos años se convirtió en un referente para Andalucía, sin apenas desempleo y con las puertas abiertas a emprendedores y trabajadores. Luego vino la desaceleración económica y la ciudad de la Subbética notó el golpe en mayor medida que otras de su entorno: se dispararon las cifras de paro y el cierre de empresas se convirtió en un asunto cotidiano. Ahora se ha sumado una nueva crisis, la del covid-19, y el futuro está por hacer.

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