20 aniversario | Puntos de vista
  • Si Córdoba necesita algo para el futuro es justo la apuesta audaz de navegar a la fuerza

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Imagen que presentaba el Plan Renfe en 2007. Imagen que presentaba el Plan Renfe en 2007.

Imagen que presentaba el Plan Renfe en 2007. / José Martínez

Año 2000 y vino el Día. Después de veinte años, el periódico sigue y tiene el arte y el bagaje de haber navegado, y continuar haciéndolo, en las aguas no siempre calmadas de un Guadalquivir vital que, no se olviden, a su paso por Córdoba no es navegable.

No sé si fue así, pero me imagino a los grandes jefes del Grupo Joly, al que este periódico pertenece, valorando la inversión económica y la oportunidad mediática de contribuir a contar noticias sobre las cosas que nos pasan, antes de decidir abrir el periódico. Y me imagino también a algún agorero bien informado pronunciando la sensacional sentencia que acompaña al senequismo para exportación que tan bien colocamos en el mercado de las ilusiones: "¡cuidaíto, que Córdoba es difísil, sipote!". Es bastante probable que no le faltase razón al declarante hipotético, pero, amigo mío, lo que no se puede navegar, se navega, si se insiste.

Lo que ha hecho el Día en este tiempo es insistir. A veces, resistir; otras, padecer; algunas, también triunfar. Pero siempre insistir. Como cualquier periódico donde guste el periodismo, y ojo, que tampoco quedan tantos, es un elemento de libertad y para la libertad. No puede comprenderse una sociedad libre sin que la prensa informe de lo que ocurre y albergue opinión que lo valore, con la distancia necesaria del poder, para escrutarlo, y con la prudencia aconsejable de la verdad, para no torcer la realidad.

Hace veinte años estas premisas existían igual que hoy y las amenazas que las torpedeaban también. En este momento permanecen las premisas y las amenazas; quizás cambian de nombre y forma, pero en el fondo comparten idéntica esencia. Para la libertad se precisa independencia y veracidad y el poder torticero, cutre, cortoplacista y tramposo pretenderá socavarla, del mismo modo que el sensacionalismo, la rapidez barata, la falta de reflexión y responsabilidad, querrán hacer lo propio con lo cierto. Para aguantar hay que insistir en ser libre y en ser veraz. Y ser optimista, sacudirse el fatalismo con audacia.

¿Quién no ha escuchado que esta ciudad es complicada? Cualquier iniciativa nos desgasta en exceso y nos convoca a menudo al victimismo y a la apatía. Demasiadas veces terminamos cualquier relato con el lamento de que Córdoba es así. Pues no. No tiene por qué. Si Córdoba necesita algo para el futuro es justo la apuesta audaz de navegar a la fuerza. En circunstancias normales, cuando uno se acostumbra a la oferta escasa, no echa en falta lo que no tiene. Si algo tiene que conquistar esta ciudad es el orgullo para que no tengamos esta sensación incómoda de que el tiempo solo pasa, pero sin que pase nada. Saberse viva, ufanarse de su pasado y sus raíces, sin duda, pero proyectar al futuro un legado decente construido por sus protagonistas de ahora y de mañana, dejar de lamentarse por lo que no tenemos, por lo que hayamos perdido, remangarse y apretar, unidos si es posible, a pesar de las dificultades, para construir un escenario mejor

Presagio buenas y malas noticias en los próximos veinte. La mala es que seguirán existiendo los mismos riesgos para mantenerse firme. La buena, si queremos y de una vez nos lo creemos, es que, vengan los días de Córdoba que vengan, queda pelea. Así que a darla.

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