Terremoto en china Asciende a casi 15.000 la cifra de los fallecidos

El dragón llora a sus hijos

  • La población recibe rápidamente la ayuda y crecen las dudas sobre la imprevisión constructiva en la zona del seísmo

Casi 15.000 muertos. Por ahora. China, el país del dragón, está de luto. Unos petardos explotan junto a un instituto reducido a escombros en el pueblo de Juyuan, de la provincia de Sichuan: es una muestra de dolor y duelo de unos padres por su hijo Li Di, cuyo cadáver, en camilla, acaba de ser sacado por los soldados de las ruinas. Su madre y su padre lloran, golpeándose el pecho: "¿Por qué, por qué nos ha pasado esto?".

Es una de las miles de escenas dramáticas que deja el terremoto de Sichuan, el peor que sufre China en 30 años, y que ha roto miles de familias en localidades como Juyuan, donde prácticamente toda la ciudad duerme en tiendas de campaña improvisadas con plásticos. Padres del instituto de secundaria derrumbado, que era considerado "el mejor de la localidad" y en el que hay sepultados todavía un centenar o dos de estudiantes, esperan con ansiedad la llegada de camillas con víctimas, aun sabiendo que muchas de ellas no han sobrevivido a la tragedia. "Ayer sacaron decenas de cadáveres, y sólo dos o tres estudiantes con vida", cuentan los padres de Yang Xi, una niña de 15 años que está todavía bajo los escombros. La madre no es capaz de hablar, rota por el dolor, mientras que el padre reconoce que apenas tienen esperanzas de ver a su hija con vida, "aunque tampoco hay que perderlas".

En la vecina ciudad de Dujiangyan, tomada por los soldados y los equipos de rescate, se alternan casas que resistieron el fuerte seísmo con otras que quedaron reducidas a montañas de vigas y ladrillos. De una de esas montañas salió con vida, casi milagrosamente, una mujer de unos cincuenta años, apellidada Yang: "En el momento del terremoto, todo se movía, no me podía tener en pie". "Después, perdí la visión, y media hora después salí de los escombros", relata.

Ante el temor a que el desastre genere epidemias, efectivos sanitarios con mascarilla reparten panfletos en los que aconseja lavarse las manos, abrigarse y calentar la comida. Los afectados agradecen la rápida de los equipos de rescate, aunque continúan las dudas acerca de si muchas de las escuelas que se derruyeron podrían haber sido construidas con mejores materiales, en una zona de alto riesgo sísmico como es la zona de Sichuan.

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