El 10 de octubre se conmemora el Día Mundial contra la Pena de Muerte, que tiene como objetivo principal el de sensibilizar a la opinión pública sobre las condiciones inhumanas de vida de las personas condenadas a muerte. En 2019, esta jornada alcanza su decimoséptima edición, ya que su inauguración fue en el año 2003.

Fue en 1977 cuando Amnistía Internacional comenzó a trabajar a fondo en su oposición a la pena de muerte. En 2001, los participantes en el primer Congreso Mundial contra la Pea de Muerte se comprometieron a llevar a cabo una coordinación mundial y establecieron un primer objetivo de fijar un día internacional para la abolición universal de la pena de muerte.

Se sucedieron las reuniones preparatorias en París y Bruselas, así como en Roma, donde tuvo lugar una concentración en mayo de 2002 para establecer oficialmente la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte. Un Comité Directivo de 11 miembros fue elegido, y es, desde entonces, renovado en cada Asamblea General anual. Finalmente, la Coalición Mundial inauguró en 2003 el primer Día Mundial contra la Pena de Muerte.

Las cifras del año 2018 demuestran que la pena de muerte está en clara decadencia, por lo que el panorama es esperanzador en este sentido. Las ejecuciones y condenas a muerte han disminuido en todo el mundo después de alcanzar cifras históricas en años anteriores.

Otro dato que conduce a la positividad en este sentido se centra en el número de países que han llevado a cabo la abolición de la pena de muerte. Cuando Amnistía Internacional comenzó su campaña global contra la pena de muerte en 1977, la pena capital estaba abolida solo en 16 países. Al terminar 2018, la habían abolido en la ley para todos los delitos 106 países, la mayoría de los Estados del mundo, y más de dos tercios, 142 países, la habían abolido en la ley o en la práctica.