En una carta que ha publicado en el diario Österrich a través de Rudolf Mayer, abogado del apodado monstruo de Amstetten, Fritzl, cuyo caso ha sacudido de nuevo a la sociedad austriaca, se defiende intentando hacer ver que su horrendo crimen podía haber sido aun mucho peor.
"No soy un monstruo", dice, "pude haberlos matado a todos y no habría pasado nada y nadie lo habría sabido nunca". Fritzl encerró durante 24 años a su hija Elizabeth en un sótano bajo su casa.
Abusó de ella todos esos años y tuvo siete hijos con ella. Uno de ellos murió al nacer y Fritzl se deshizo de él quemándolo en la caldera. Adoptó a tres y los hizo vivir en su casa, mientras que en el sótano mantuvo a los otros tres, que nunca vieron la luz del sol, y a Elizabeth, que tiene ahora 42 años.
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