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Chevantón, el goleador de la casta y el coraje

  • El uruguayo enarbola su espíritu guerrero para superar todas las adversidades · "Si hay que poner huevos, los pongo", dice

Chevantón es el futbolista del Sevilla que mejor se acoge al espíritu de uno de los versos del himno del maestro Roncales. "El equipo de la casta y el coraje" es uno de los mensajes más aplaudidos por los sevillistas que han crecido con los sones anteriores al himno que El Arrebato hizo para el centenario. Y el uruguayo es todo casta y todo coraje. Lo ha demostrado dentro y fuera del campo. Ha superado muchos contratiempos desde que llegó hace ahora tres veranos. Primero el alto coste de su fichaje, 9 millones de euros, una lesión en la espalda que los médicos no supieron diagnosticar correctamente, el repudio de Juande, una tromboflebitis en una vena y, por último, cuando con Jiménez parecía que iba a tener más protagonismo, una lesión de rodilla en el último momento del partido ante Osasuna. Dos operaciones desde entonces y trabajo, mucho trabajo y tesón para ser, ahora mismo, el máximo goleador de la pretemporada.

"Con más ganas que nunca no porque nunca dejé de luchar. Ni en los momentos más difíciles se me fueron las ganas. Siempre fui el primero en los entrenamientos. Llegaba una hora antes y me quedaba otra hora después". Chevantón empieza una pretemporada de cero y se ilusiona. Nada que ver con la del año pasado. "Eso no se lo deseo a nadie. Estar seis meses sin ficha es lo peor. Llegaba los fines de semana y te entrenabas solo, pero tengo amor propio y rebeldía y si hay que poner huevos, los pongo", relata el delantero, que confiesa que su rol dentro de la plantilla cambió con el relevo en el banquillo: "Chevantón nunca cambió, ni con Jiménez ni con Juande Ramos cuando estuvo. La diferencia entre uno y otro es que Juande no decía las cosas a la cara y Manolo sí. Jiménez, si no le gusta algo, viene y te lo dice y eso para un grupo y para los jugadores es muy importante".

El uruguayo agradece la confianza de entrenador y valora positivamente su modo de trabajar, siempre cerca del futbolista. "La comunicación es fundamental. Si una persona me motiva y dice lo que quiere, Chevantón responde". También agradece la confianza que siempre tuvo de arriba. "Cuando estuve lesionado me llamaban los dirigentes, el presidente, Monchi... me preguntaban cómo estaba, cómo no estaba... yo eso lo valoro muchísimo y si me tengo que entrenar 10 horas al día lo hago. Mi primer objetivo es responder a las personas que me han apoyado en los momentos difíciles, el presidente y la afición. El cariño de la gente cuando estuve lesionado y cuando estuve sin ficha fue impresionante. Por eso no me quise ir del Sevilla".

Tiene la sensación de que desde que llegó al club no paró de encontrar problemas. Su historia es la de un salmón que remonta un río. "Me pasó de todo, llegué y me rompí la vértebra: tres meses sin jugar. Después lo de la pierna, luego la operación de rodilla. Dos meses sin recuperarme y me tuve que operar otra vez de vuelta. Madrigal no me dejó bien. Me dejó un pequeño agujero en la cápsula y me tuvo que operar Carlos Suero en Uruguay. A los 15 días estaba haciendo fútbol ya".

Por todo ello, tiene ganas de explotar ya, aun a sabiendas del peso que tienen Kanoute y Luis Fabiano. "Pienso que puede ser la temporada de Chevantón. Espero tener continuidad, ganarme la continuidad con trabajo y que esta vez me respeten las lesiones. Por suerte, tenemos dos jugadores como Fredy y Luis, que te hacen 50 ó 40 goles al año. Luego estamos dos atacantes, Kone y yo, que si tenemos posibilidad ayudaremos al equipo. El año es muy largo y pueden pasar muchísimas cosas. Yo estoy tranquilo y confío en mis posibilidades. Jiménez no ha hablado con nosotros, pero está claro. No puedes decir que hay opciones de ser titular. Ellos son los titulares".

Ha comentado antes que nunca se quiso ir por la afición, salvo cuando se quedó sin ficha. "Hubo cosas. Lo del Galatasaray no me interesaba y sinceramente el único que me interesaba era el Benfica. Había dos uruguayos y Camacho me quería. Ahí sí pensé que por lo menos un año me iba a ir, pero luego no se dio". Ahora está a gusto. Ayuda a meterse en el grupo a su amigo Squillaci, aunque dice que no hace falta. "No hay jugador que venga aquí que no se integre rápido. Por muy cerrado que sea, el grupo lo mete. Hay gente muy buena, con gran corazón y eso para el que viene es importante. Luego hace lo que ha visto cuando vienen otros. Es una cadena".

Quiere que el sevillismo vea al verdadero Chevantón. "Como persona lo han conocido, si no la afición no me querría así. Futbolísticamente no porque lamentablemente han pasado cosas. Trataré que sea mi momento y si me acompaña la suerte, seguro que sí".

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