Semana Santa

La tensa espera que sabe ganar a la adversidad

  • l agoníaLa cofradía del barrio del Naranjo gana la batalla a la lluvia y sale, por primera vez en su historia, desde la Catedral.

Espera larga. Espera tensa. Una lucha contra el tiempo, contra el cielo, las nubes, contra todo pronóstico. Y todo, desde el interior de la Catedral, donde no se puede ver el comportamiento de las nubes. A las 17:00, nada hace presagiar que en pocos minutos, una tromba de agua descargará sobre el Patio de los Naranjos. "No es lo mismo salir del barrio que desde la Catedral", considera María Ángeles Requejo, vecina de la barriada y devota del Cristo de la Agonía, que no quiere perderse la salida de su titular. El miedo sigue sin aparecer hasta que comienza a chispear. El miedo sólo se apodera cuando las tímidas gotas se convierten en una tromba de agua. El miedo a no salir por segundo año consecutivo va a más cuando de las gárgolas de la Catedral expulsan agua y más agua, sin control. Crece también cuando los paraguas siguen abiertos y todo apunta a que de nuevo la Agonía no pone en la calle a su único titular. Sin embargo, en el interior del templo catedralicio la normalidad sorprende. Es como si el tiempo se hubiese detenido, como si en el exterior luciera un sol espléndido y no estuviera lloviendo a chuzos, como si la hermandad de la Agonía ya supiera que va a salir. Es la fe, es esa certeza de una cofradía que no tiene miedo y que se sabe vencedora de antemano. Por su esfuerzo, por su traslado, por su barrio. Pasada la primera media hora de petición de prórroga, los penitentes comienzan a formar y se escucha una advertencia: "si llueve no se puede ver una cofradía descompuesta, es lo más horrible que se puede ver en la calle". Sin embargo, la lluvia comienza a ser intensa y se pide la siguiente media hora de espera preceptiva. Los paraguas luchan por abrirse en el Patio de los Naranjos y hasta la puerta de Las Palmas de la Catedral comienzan a asomarse algunos costaleros. "Está cayendo la más grande", dice uno de ellos.

En poco tiempo, la situación se invierte. Las nubes, aunque amenazantes, se abren y ofrecen luz. Ofrecen una tregua a la Agonía. La decisión está ya tomada y el fiscal de horas sale, quizás minutos antes de lo previsto. Sin embargo, su salida provoca el entusiasmo del gentío, que se lanza a aplaudir a la hermandad. El aplauso es inmenso. Comienza así el regreso hacia la parroquia de Santa Victoria, en El Naranjo. "Es un privilegio salir de la Catedral por primera vez. Hay que darle grandeza a esta hermandad", anima a sus costaleros el capataz del paso del Cristo de la Agonía, Jesús López. En el Patio de los Naranjos llueven ahora los aplausos, llueven las lágrimas, los recuerdos hacia los hermanos José y Ruth Bretón, los niños desaparecidos hace casi seis meses. La Agonía emprende dignamente su desfile procesional hasta su barrio, en un cortejo de penitentes valiente.

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