Semana Santa

Una tarde para olvidar

  • l los doloresApenas durante una hora disfrutan los hermanos de Los Dolores de su estación de penitencia; en ese tiempo lucieron a la Señora de Córdoba por las calles de la ciudad

Basta un ligero cambio de dirección del viento para que una cofradía se vea obligada a cambiar de planes. Basta también una sola nube para echar por tierra una estación de penitencia y los mejores deseos cofrades. Es la lección que seguramente han aprendido en los Dolores, una corporación que difícilmente podrá olvidar la tarde del Viernes Santo de 2012, cuando una tromba de agua les pilló en plena calle, justo cuando se dirigían desde la iglesia del Hospital de San Jacinto a la Catedral. Estaban convencidos de que no llovería de la manera que lo hizo y que si se registraba sería de forma dispersa y débil. El pronóstico era claro y fue lo que empujó a los cofrades de los Dolores a poner la cruz de guía. Sin embargo, no contaban con que la previsión iba a fallar por enésima vez en lo que va de Semana Santa. Ni dispersa ni débil. Llovió casi toda la tarde y en algún momento con especial fuerza.

Los varios centenares de fieles que se acercaron ayer a la plaza de Capuchinos no daban crédito a lo que estaban viendo. El diputado mayor de gobierno de la cofradía se dirigía a la puerta de la iglesia de los Dolores para que la cruz de guía se pusiera en la calle, una decisión que conllevó opiniones dispares entre los presentes. Unos decían que era una "barbaridad", otros que "si hay sol, por qué no va a salir la procesión" y la mayoría que "si una hermandad como los Dolores lo ha decidido así es porque han de tenerlo muy claro". Y, efectivamente, el sol lucía en la ciudad, algo que hizo callar pronto las críticas de quienes se empecinaban en que el cortejo debió quedarse en el templo.

La de los Dolores no fue, sin embargo, una valentía al uso, de ésas que tiran más de vísceras y de corazón que de cabeza y cordura. Tenía amarrado -y se vio a la postre- cualquier de los peores supuestos e incluso habían ensayado y, por tanto, previsto el protocolo de actuación en el caso de verse sorprendidos por la lluvia. Valientes sí, por tanto, pero cautelosos. Anduvieron más rápido que cualquier otra cofradía de la ciudad, de tres en tres nazarenos, con chicotás largas y marchas que no invitaban en absoluto a la filigrana de los costaleros. De no ser porque éste es el sello que ha cogido la cofradía en los últimos años parecería que caminaban así presionados por el riesgo de lluvia. Sonó La muerte de Ases para el Cristo de la Clemencia y Los Dolores de José de la Vega para la Virgen a la altura de la calle Torres Cabrera, piezas muy del estilo de esta procesiones -de hecho, la segunda fue dedicada a la Señora de Córdoba.

El momento más crítico, el que querrían olvidar en los Dolores, se produjo pasadas las 18:00. La lluvia empezó a caer con intensidad y antes de que fuera más tarde y hubiese que lamentar destrozos, la cofradía organizó el citado protocolo. Unos costaleros se encargaron de disponerlo todo de manera organizada pare terminar la operación en pocos minutos y dejar cubiertos a los titulares con plásticos. El resto de los atributos y bordados se cubrieron con las propias capas de los nazarenos y algunos los pusieron del revés. Tras esta maniobra, la procesión caminó a ritmo de granadera hacia la Catedral con otra particularidad: El cortejo no se descompuso en ningún momento, lo que evidenció la madurez y buen comportamiento de los varios centenares de penitentes de la corporación.

Poco más de media hora después, la procesión ya estaba en el interior del primer templo de la Diócesis y los titulares junto a la capilla de Villaviciosa. Allí mismo, la junta de gobierno pudo comprobar que no se produjeron daños en los titulares y decidieron que el traslado a la iglesia del Hospital de San Jacinto se llevará a cabo mañana a partir de las 18:00, antes del Buen Suceso, que lo hará a las 20:00.

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