Cofradías · el huerto

Las tres miradas del Compás de San Francisco

  • La Hermandad del Huerto pone en la calle a sus tres titulares y estrena la restauración de candelabros

Imposible llegar a tiempo para ver salir a la Hermandad del Huerto. A la misma hora de su salida, en la calle de la Feria está la Cofradía del Amor. Hay que buscar alternativas. La única, acceder al Compás de San Francisco a través de la calle Maese Luis. Aunque la opción es factible, es la que ayer utilizó la mayoría de fieles que quisieron ver cómo la cofradía del Huerto puso en la calle a sus tres titulares, después de que el año pasado la lluvia le jugara una mala pasada.

Y si acceder es casi una misión imposible, acercarse al templo de San Francisco se descarta desde el principio. Imposible. Aún así, la bulla es solidaria en ocasiones y es posible hacerse un hueco, a escasos metros del portón de la iglesia. Desde esa posición apenas se puede ver el capirote del diputado mayor de la cofradía y se intuye que ya ha dado los tres golpes puesto que el portón se abre. Por fin la Cruz de Guía del Huerto; por fin los acólitos que preceden a Jesús orando en el monte de los Olivos. Primero las alas del ángel que custodia la oración del Señor en Getsemaní. Luego sus manos y, por último, un gran olivo. Llegan los primeros aplausos en una plaza que se queda pequeña para dar cabida a todos los fieles que se han dado cita.

La bulla de San Francisco ahora se descongestiona en el atrio a la espera del Señor Amarrado a la Columna, una talla anónima del siglo XVII. Dos amigas aprovechan para consultar la guía de la Agrupación de las Cofradías y comprobar cuántas hermandades están en la calle en ese momento. Nueva posición, aunque aún no es la más adecuada para ver con todo detalle el desfile procesional. En unos minutos, los cuellos vuelven a estirarse y la bulla se queda quieta. Sale el Amarrado, que mira al frente. Un clavel rojo rompe el manto de también claveles rojos del paso, que estuvo más de 40 años sin salir en procesión, y el silencio gana terreno a comentarios como el de un turista mexicano para quien la espera es ya agotadora y asegura que “esto es un ejercicio de buena paciencia para todos”. El Amarrado se aleja ya como si estuviera flotando en el aire gracias al paso de los costaleros.

Sólo falta que la Hermandad del Huerto ponga en la calle a la Candelaria. De nuevo la bulla se deshace y los pies comienzan a sentir el dolor de las piedras del Compás de San Francisco. Da igual, sólo la mirada de la Virgen merece la pena. La luz del Domingo de Ramos va desapareciendo y la noche se hace presente sobre los tejados. La oscura plaza de San Francisco recibe ya a la Virgen de la Candelaria, cuyo paso está adornado con claveles blancos y azahar. “No tengáis miedo costaleros, que lleváis a la Virgen encima”, se oye al fondo. Silencio en el Compás de San Francisco para que suene la primera saeta de la noche y vuelvan los aplausos.

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