Semana Santa

Del esplendor al recogimiento

Petalada a la Virgen de la Estrella a la salida de su templo.

Petalada a la Virgen de la Estrella a la salida de su templo. / Juan Ayala

Un Lunes Santo de esplendor, de devoción, de brillo y de recogimiento. El mundo cofrade cordobés vivió ayer una jornada plena que comenzó con las llamadas hermandades de bulla como la Merced y la Estrella y finalizó con las de recogimiento. El Remedio de Ánimas y el Vía Crucis pusieron el broche a una tarde en la que se vivieron estampas tan características como la de la Vera-Cruz a su paso por la Calahorra y la Sentencia por la calle Deanes. Pero, sobre todo, fue un día en el que los barrios mostraron una vez más su fervor, con cofradías que llegaron a la carrera oficial desde el Zumbacón, la Huerta de la Reina, el Campo de la Verdad y San Lorenzo.

La Merced

Del Zumbacón al cielo. La Hermandad de la Merced volvió a llenar con su marea blanca la ciudad, con uno de los recorridos más largos del Lunes Santo. La cofradía mercedaria abrió la segunda jornada de la Pasión cordobesa en San Antonio de Padua, donde volvieron a agruparse centenares de cofrades desde antes de las 16:00, todo ello a pesar de que el sol lucía con ganas.

Pero con más ganas lucieron aún Nuestro Padre Jesús Humilde en la Coronación de Espinas y la Virgen de la Merced, que recibieron saetas nada más pisar las calles de su barrio. La primera del Lunes Santo inició así un recorrido donde estuvo acompañada por su propia banda en el paso de misterio y por Tubamirum de Cañete de las Torres tras el palio de la Dolorosa.

Salió la primera y también llegó en primer puesto a la carrera oficial, sobre las 19:30, dejando estampas tan bellas como la creada por el palio color oro de la Merced y su manto blanco, en contraste con las sombras creadas por los arcos de la Mezquita-Catedral.

Lucieron también, un año más, los costaleros de Coronación, con unos pasos que arrancaron aplausos gracias a las órdenes de su capataz, Raúl Cáceres.

No perdió luz en su camino de vuelta a casa la Merced, cuando volvió a deslumbrar por Santa Marina. En el Zumbacón la esperaban ya sus vecinos, para abrazar a una hermandad que estuvo cerca de nueve horas repartiendo devoción por la ciudad.

La recogida, como siempre, espectacular. El misterio y el palio de la cofradía se gustaron en una llegada siempre llamativa por no tratarse de una iglesia en calle estrecha, sino en avenida amplia, donde el barrio recibió a las imágenes igual que las despidió unas horas antes, con ganas de un Lunes Santo eterno.

La Estrella

Todo el barrio de la Huerta de la Reina se vuelca cada Lunes Santo con su hermandad. La Estrella fue la segunda de la tarde en iniciar su estación de penitencia entre los cientos de personas que rodeaban la parroquia de San Fernando.

Grupos de amigos, familias y muchos niños esperaban a Nuestro Padre Jesús de la Redención, que marcha ante el sumo sacerdote judío Caifás aún sin las huellas del martirio, pero con rostro cansado. Con túnica lisa azul marino -este año la hermandad ha preferido no procesionar con la de terciopelo morado bordada en oro fino que estrenó hace dos años-, el Señor recibió la primera saeta nada más salir de su templo. Precisamente ese color (el mismo de los cubrerrostros de sus nazarenos y de las bambalinas del palio de la Virgen de la Estrella) ha sido uno de los cambios de este año. Otro ha sido el exorno floral, que ha pasado del rojo a las tonalidades moradas.

Poco después de la salida de la imagen de Jesús de la Redención, obra de Miguel Ángel González Jurado, llegó la de Nuestra Señora de la Estrella. Nada más salir de la parroquia de San Fernando, una larga petalada adornó el inicio de la estación de penitencia de la imagen mariana, que contó con el acompañamiento de la banda de música que lleva su nombre. Entre la multitud y bajo un sol que empezaba a colorear los rostros y los cuellos de los presentes, los titulares de la Hermandad de la Estrella iniciaban un largo camino que los llevaría hacia carrera oficial.

En este recorrido se vivieron momentos especiales, como el ya tradicional paso por los jardines de Colón, un lugar amplio pero a la vez con encanto; o el regreso a su parroquia por las calles de la Huerta de la Reina, donde los vecinos recibieron al Señor de la Redención y la Virgen de la Estrella ya de madrugada.

La Vera-cruz

Otra de las hermandades de barrio de este Lunes Santo es la de la Vera-Cruz. El abrazo del Señor de los Reyes a su cruz es una de las estampas más características de la Semana Santa cordobesa. Su imponente caminar por el Puente Romano, su serenidad y la soledad de Jesús camino del Calvario son señas características de esta imagen.

Un año más, los vecinos de este barrio acompañaron al Señor y a la Virgen del Dulce Nombre en el inicio de su estación de penitencia desde la parroquia de San José y Espíritu Santo, pero también aguardaron su vuelta a casa ya de madrugada. Camino de carrera oficial, el sol del atardecer iluminó a los titulares de esta hermandad sacramental, que estuvo acompañada musicalmente por la Banda de Cornetas y Tambores de Caído y Fuensanta (que celebra su décimo aniversario) y de la Banda María Santísima de la Esperanza.

Con un exorno clásico en blanco en sus jarras, María Santísima del Dulce Nombre recibió los piropos de sus vecinos, entregados por completo a las dos imágenes de la Vera-Cruz. La flamencura del Campo de la Verdad acompañó a la Virgen durante todo su camino con los vítores de "¡Tos por igual, flamencos!" y "Ole esos flamencos del Campo de la Verdad" del capataz a sus costaleros.

La Sentencia

Por todo el Centro se vieron ayer nazarenos de colores blanco y vino con el cubrerrostro puesto, sobre las 17:30. Eran los penitentes de la Hermandad de la Sentencia, camino de San Nicolás, a la hora de iniciar una estación de penitencia que, en su salida, siempre llena la plaza de San Felipe.

Y es que el inicio de la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y María Santísima de Gracia y Amparo es uno de los puntos fuertes de la corporación. Desde el lateral de San Nicolás, los costaleros, dirigidos por Davir Arce (misterio) y Luis Miguel Carrión (palio), tuvieron que hacer un viraje muy ajustado para encarar San Felipe y desde ahí caminar hacia el Paseo de la Victoria, Fleming y por Santa Teresa de Jornet acceder a la carrera oficial.

A pesar de haberla lucido en Lunes Santos anteriores, volvió a brillar la túnica de los dragones del Señor de la Sentencia, la cual siempre aporta un nuevo detalle cada vez que se aprecia su diseño renacentista.

La Banda de Cornetas y Tambores Santísimo Cristo de la Victoria de León y la banda de música de Nuestra Señora del Águila de Alcalá de Guadaira (Sevilla) pusieron los sones a los pasos de la Sentencia que, tras abandonar carrera oficial, ofrecieron una imagen de recogimiento en la estrecha calle Deanes.

Desde allí caminaron de nuevo hacia casa, hacia San Nicolás, donde de nuevo una marea cofrade esperaba la complicada entrada de ambos pasos.

El Vía crucis

Las túnicas y cubrerrostros negros, el rosario a modo de cíngulo, los tambores roncos y los faroles de latón forman parte del cortejo que acompaña al Cristo de la Salud en su estación de penitencia. La bulla de otras hermandades de este Lunes Santo se vuelve solemnidad con el Vía Crucis, cofradía de las llamadas de centro y con sede en la iglesia de la Trinidad.

La imponente imagen del crucificado portado a hombros por sus hermanos aparece entre una nube de incienso de forma majestuosa por las calles del casco histórico. La figura del Cristo de la Salud despierta admiración y respeto entre los cofrades y también entre los turistas que, cámara en mano, retratan cada paso de la procesión.

Desde su salida, la Hermandad del Vía Crucis se dirigió hasta la plaza de Pineda por la calle Horno de la Trinidad, uno de los mejores rincones por donde ver al cortejo del Cristo de la Salud debido a sus estrecheces.

Remedio de Ánimas

Todavía llama la atención ver la salida de la Hermandad del Remedio de Ánimas a plena luz del día. El cambio en la carrera oficial obligó a la cofradía a variar un recorrido que siempre había sido nocturno y el adelanto de la salida permite ahora ver con más claridad los imponentes pasos del Cristo del Remedio de Ánimas y de Nuestra Señora Madre de Dios en sus Tristezas.

Con puntualidad, a las 19:20, salía bajo el dintel de San Lorenzo la curiosa cruz de guía de la cofradía (anónima y sin datar) poniendo silencio entre los fieles para que sólo se escuchara el rachear de los zapatos de los negros nazarenos.

Poco después salía de San Lorenzo el Cristo, del siglo XVII, levemente tumbado para después colocarlo una vez alcanzada la pequeña plaza de la iglesia, que inició estación de penitencia sobre ruedas y seguido por un coro de hermanos de la cofradía.

Tras los pasos del Cristo vinieron los de la Virgen, la única bajo baldaquino de toda la Semana Santa de Córdoba acompañada por un coro de hermanas.

Ánimas fue la última cofradía en pasar por una tardía carrera oficial, a la que accedió a las 22:00. El contraste entre el paso de madera oscura del Remedio de Ánimas y el interior de la Mezquita-Catedral volvió a dejar una imagen para el imaginario cofrade cordobés.

El mismo silencio reinó durante todo el recorrido de vuelta a casa, donde la hermandad estuvo acompañada en todo momento por cientos de fieles que no quisieron perderse una de las estampas más singulares de la Pasión cordobesa.

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