Semana Santa

La desilusión ante un final esperado

  • l el descendimientoLos vecinos del Campo de la Verdad adoran al Cristo del Descendimiento a las puertas del templo

Cientos de fieles clavan su mirada en el cielo mientras se agolpan a las puertas de la Parroquia de San José y Espíritu Santo, tan sólo unos minutos después de que el reloj marque las 18:00. Con la aparición de los primeros nubarrones negros saltan todas las alarmas. Y es que la devoción nunca consigue ganarle el pulso a la lluvia. "Esas nubes no van a traer nada bueno. Ya pasó lo mismo el año pasado y todo apunta a que éste nos quedamos de nuevo sin estación de penitencia", se comenta mientras espera la salida del Cristo del Descendimiento.

En el interior del templo la desilusión comienza a aflorar en el rostro de los nazarenos y los costaleros, que aún no están mentalizados de que la lluvia marcará una vez más el Viernes Santo. Pero las pocas esperanzas que aún conservan se desvanecen al escuchar los gritos de asombro de los fieles ante la virulencia de la lluvia. Los nervios llegan a su punto máximo, ya que los cofrades saben que no hay otra opción más sensata que la de quedarse en casa. "La sensatez debe primar sobre la devoción porque si decidimos salir a la calle sabemos a lo que nos exponemos y es perjudicial para todos", asegura José Ramírez, cofrade de la Hermandad.

La junta de gobierno solicita media hora de prórroga a la Agrupación de Cofradías, aunque no es suficiente. La decisión ya estaba tomada: "Creemos que lo mejor es no arriesgarnos. Son nueve horas de procesión y, si otro aluvión de agua nos pillara en plena Judería, sería imposible buscar refugio por la dimensión de los pasos", explica Ramírez. Así que el Descendimiento se queda en el barrio.

Las lágrimas comienzan a aflorar por el rostro de los más pequeños que salen al encuentro de sus padres a las puertas del templo. "No llores más. Ya verás como a la tercera va la vencida. Ahora vamos a ir a ver a nuestro Cristo verás que bonito está", le dice una madre a su pequeño mientras le limpia las lágrimas de su rostro. A tan sólo unos metros de ellos los costaleros comienzan a reunirse en la portón lateral de la iglesia. Muchos aún no asimilan que todo el trabajo realizado en los últimos meses para poder sacar a su Cristo por las calles de Córdoba se ha visto enturbiado por la lluvia. "No me puedo creer que otro año más nos quedemos a tan sólo un paso de poder sacar a nuestro Cristo del Descendimiento", le confiesa un joven a otro compañero mientras se va quitando el costal.

Pero ni la lluvia, que cesaba, ni el viento, mermaron las ganas de los vecinos de la Verdad por ver a su crucificado y a Nuestra Señora del Buen Fin. Todos esperan la apertura de las puertas para velar a Cristo muerto. "Abre el paraguas que de aquí no nos vamos hasta que no los veamos como cada Viernes Santo", le dice una señora a su hija. Finalmente, ese momento llega al marcar el reloj las 19:00. Entre aplausos y sollozos los fieles reciben a su Cristo, que en su rostro marca su larga agonía en la cruz, en presencia de la Virgen, San Juan, María Magdalena, María Salomé y Cleofás.

La banda de cornetas y tambores de Nuestro Padre Jesús Caído interpretó varias marchas a las puertas de la iglesia y, a continuación, le tocó el turno a la banda de música de María Santísima de la Esperanza.

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