Semana Santa

La Pasión dice adiós a las puertas de Santa Marina

  • El Resucitado y la Virgen de la Alegría cumplen estación de penitencia en una jornada muy soleada

La Virgen de la Alegría sale de Santa Marina.

La Virgen de la Alegría sale de Santa Marina. / jordi vidal

Tristeza y esperanza cuando ayer, sobre las 15:30, las puertas de Santa Marina se cerraron. Los cofrades despedían en el templo torero a una Semana Santa casi perfecta que comenzó con un pequeño chasco y luego resurgió el Domingo de Ramos por la tarde para, el Viernes Santo, quedarse con ganas de más. Ayer el tiempo respetó, y mucho, porque el cielo estaba prácticamente limpio de nubes y la temperatura era más que agradable a las 9:30.

A esa hora se abrieron las puertas de Santa Marina, las que Manolete observa desde su pedestal de Mármol, para que el cortejo de nazarenos blancos inmaculado salieran poco a poco e iniciara la última estación de penitencia de este año. Mucha gente a las puertas de esta iglesia para decir adiós a unos intensos días cofrades en los que, por momentos y en algunas jornadas, parecía que no pudiera caber nadie más.

Sonaban, en primera instancia, los sones de la banda de cornetas y tambores Nuestro Padre Jesús Nazareno de Torredelcampo (Jaén), que amenizaban la espera de aquellos que se congregaban en aquellas calles por donde tenía que pasar el Resucitado. En la cruz de guía iba situada esta banda marcando el paso de los nazarenos. Poco después ya avisaba el Resucitado de su salida a las calles de la ciudad para anunciar la alegría de un domingo siempre especial. Tras este paso, donde además del Señor también se pueden observar a un ángel y a dos romanos asombrados con la escena, tocaba la asociación musical Santísimo Cristo de Gracia, que ha vivido una intensa semana de acompañamientos a las santas imágenes de distintos templos.

El sol continuaba iluminando con fuerza en esta mañana de Domingo de Resurrección cuando asomaba ya el elegante y luminoso palio de María Santísima Reina de Nuestra Alegría, siempre bien engalanado con flores blancas y azules, los colores insignias de esta cofradía. Ya no había Dolorosas, sino una Virgen jubilosa bajo palio, obra ésta de Juan Martínez Cerrillo y tallada en el año 1951. Tras la Virgen sonaban las marchas de la banda municipal de música de Mairena de Alcor (Sevilla).

Hijo y Madre caminaron así hasta carrera oficial, gustándose y alargando el paso para que el momento durara más de lo que tenía que durar. Los ladrillos de la Mezquita-Catedral volvían a aportar una imagen distinta, esa que sólo tiene esta Semana Santa, la misma que ayer protagonizó la cofradía de Santa Marina.

De allí, de nuevo a su casa. Caminando a paso firme, diciendo adiós a los últimos niños que pedían cera, a los que se santiguaban por última vez hasta el año que viene. A toda una ciudad cofrade que ya tiene puesta la vista en la próxima Semana Santa.

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