Jesús desapareció del sepulcro y se alzó sobre el retablo de la iglesia Madre de Dios y la Virgen de Araceli descendió desde la Sierra de Aras de Lucena y emergió en el presbiterio del templo de San Mateo Apóstol.

La creencia en la vida eterna del Reino de Dios ha repicado en Lucena desde las nueve de la mañana del Domingo de Resurrección. Las campanas de la iglesia de la Plaza Nueva anunciaban una jornada exultante. Los Ángeles de María hicieron bajar a la Patrona de Lucena desde el santuario a su hogar primaveral y celebrará su onomástica, en la apertura de mayo, entre sus fieles. El encuentro con los devotos se anticipó dos semanas y los niños que tomarán la Primera Comunión en las próximas semanas renovaron sus promesas bautismales con el privilegiado refrendo de la Virgen de Araceli.

Nuestro Padre Jesús Resucitado, obra del imaginero cordobés Manuel Luque Bonillo, y la Virgen de los Ángeles, esculpida por el artista Francisco Romero Zafra, natural de La Victoria, se han incrustado, sobresalen y encumbran la estructura escultórica posterior al altar mayor del templo conventual de los Padres Franciscanos.

La solemne veneración de los Titulares de la hermandad que confiere razón plena a la Semana Santa recorre este primer domingo de abril. La Agrupación de Cofradías organizaba un concierto de la Agrupación Musical Cristo de la Humillación Servitas iniciado en la escalinata del presbiterio y que discurrió por las calles de varias feligresías.

La eucaristía de Pascua, presidida por Jesús Resucitado y la Virgen de los Ángeles, se oficiaba a la una de la tarde.

En la década de los ochenta del siglo XX, liderada por Julián Ranchal Ranchal, se fundó en Lucena la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado y Nuestra Señora de los Ángeles. Francisco Peñalver Córdoba es el actual hermano mayor y, desde hace meses, una activa, entusiasta y nutrida vocalía de juventud refuerza y potencia esta corporación.