La Sangre

Ángeles que pasan por Capuchinos

  • La hermandad inaugura la Semana Santa en su plaza, con un Cristo de los Faroles mejorado.

COMO si caminara sobre las piedras de Capuchinos, el Señor de la Sangre se presenta ante sus devotos y cofrades. Sale desde el cocherón de la hermandad portado por sus fieles costaleros, con decisión y sin acompañamiento musical. Fuera lo espera una plaza llena que admira la hazaña de los hombres que lo acompañarán bajo el paso durante su estación de penitencia.

En sus cuellos ya hay señales, rojeces, roces del costal, del peso de las trabajaderas que aguantan el Misterio que, hasta pasada la medianoche, llevarán como si les fuera su vida en ello. Se reúnen en grupos, admiran la belleza de su nazareno, y esperan la rotación que los ponga bajo él. Los que ya lo disfrutan (y lo sufren a la vez) posan sus pies con firmeza sobre las piedras de Capuchinos. No puede haber lugar para el tambaleo, el trabajo en equipo se hace patente.

Cuando Nuestro Padre Jesús de la Sangre -con el acompañamiento de la Banda de Cornetas y el Tambores Esencia de Sevilla- hace su primer giro, se acerca al Cristo de los Faroles, recién restaurado, que ahora ofrece una imagen más limpia. Era la fotografía que todos buscaban, el estreno en Capuchinos. El nazareno se pone en paralelo, deleita a los asistentes, y después inicia un camino que lo llevará por el Casco Histórico.

Al rato aparece la Reina de los Ángeles, titular con la que esta cofradía empezó a procesionar a finales de los años 80. Con sus rosas blancas, su manto de terciopelo azul pavo real con bordados dorados y los ángeles que lo adornan, que desaparecen camino del Bailío por las estrecheces de Capuchinos, una plaza que espera la celebración de una Semana Santa gloriosa.

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