Enseñanza y calidad

Desde hace tiempo se reclama un plan para incorporar nuevos docentes

Hace pocos días, la Junta de Andalucía puso en marcha un programa pionero para impulsar la incorporación de 30 profesores de alrededor de 35 años a la enseñanza universitaria de Medicina. Puede parecer una noticia irrelevante pero en el fondo el programa viene a resolver una realidad compleja dado que el déficit de docentes en Medicina requiere soluciones sin más dilación.

Desde hace tiempo, sabemos que hay una preocupación en las instituciones sanitarias y en las académicas y también hace tiempo que se reclamaba un plan de medidas para incentivar la incorporación de nuevos docentes a las aulas.

Andalucía ha puesto en marcha este programa (denominado programa María Castellano) para hacer posible la adquisición de méritos promoviendo la acreditación del personal clínico de entre los 35 y 40 años como profesores con contrato de "doctor vinculado".

Es un programa que está dirigido a centros asistenciales y de investigación del SAS y a las facultades de Medicina de las universidades públicas andaluzas y va a contribuir al necesario relevo generacional mediante contratos estables con una duración de 6 años y con un planteamiento de dos periodos diferenciados. El primero, de dos años, es un periodo en el que los docentes debe defender su tesis doctoral o, si ya tuvieran el título en el momento de la contratación, realizar al menos dos publicaciones. El segundo periodo, de cuatro años, está destinado a consolidar los méritos, tanto docentes como investigadores, para la obtención de la acreditación.

Lo relevante de este programa es que la participación en el mismo supondrá la incorporación de los profesionales seleccionados, con nombramiento como facultativo especialista de área, en el ámbito hospitalario; o como médico de familia o pediatra en Atención Primaria y por tanto habrá tiempo para la asistencia y tiempo para la docencia e investigación porque las universidades facilitarán la participación en actividades de investigación clínica y de formación universitaria a través de programas de doctorado o proyectos de investigación y docencia relacionados con la especialidad.

De hecho, los profesionales seleccionados tendrán que dedicar una mitad de la jornada a actividad asistencial y la otra, a investigación y docencia por lo que el planteamiento del programa vendrá a dar respuesta a las necesidades detectadas y a las aspiraciones que en muchas ocasiones se han reivindicado de manera pública.

Esta es una iniciativa que tiene un hondo calado para dar garantías a una función básica en el campo sanitario como es la de la docencia de calidad. Y es muy importante trabajar en esta línea desde las primeras etapas profesionales, con edades más jóvenes, eliminando barreras que dificultan esta carrera profesional. Por eso, merece la pena seguir el desarrollo de la iniciativa e incluso valorar la pertinencia de su aplicación en otras Comunidades Autónomas que en éste campo, presentan la misma problemática que Andalucía ha pretendido resolver ahora.

La formación de los profesionales sanitarios en la universidad es de importancia estratégica para la calidad asistencial; es por eso que promover respuestas válidas para asegurar la disponibilidad de profesorado cualificado que combine asistencia con docencia e investigación de una forma segura, es una iniciativa digna de aplauso.

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