Actos sociales

Desescalada de ‘midis’, pamelas y cráteres

  • La celebración de las carreras de Ascot y de una cena de gala en el Palacio Real de Madrid adelantan la vuelta a la vieja normalidad

La duquesa de Cornualles y el Príncipe de Gales en el primer día de las carreras de Ascot.

La duquesa de Cornualles y el Príncipe de Gales en el primer día de las carreras de Ascot. / Getty

Concluía la semana pesada esta tabarra que gentilmente soportan haciendo referencia a la exposición de sombreros de Balenciaga que se inauguró este jueves en Barcelona. Una ocasión única para deleitarse con uno de los complementos en los que más empeño puso el modista vasco. La de hoy –si tienen la paciencia de leerme– la abrimos también hablando del embellecimiento de sienes. Porque la desescalada y el largo camino hacia la vieja normalidad nos van regalando estampas usurpadas por el dichoso coronavirus. Y es que en los últimos días hemos disfrutado de dos citas que nos reconcilian con eso que algunos llaman glamour. Aunque, claro, esta palabra hay que ponerla muy en entredicho después de lo visto.

La primera de ellas, como apuntaba al principio, es la mayor muestra anual de pamelas y tocados. Hablamos de las famosas carreras de Ascot, que volvieron a celebrarse por tierras británicas tras la suspensión del año pasado. No me pregunten por el caballo ganador ni por cuestiones hípicas, ámbitos en los que (como en tantos otros) soy un perfectísimo ignorante. Sólo les sugiero que se compren las revistas de papel cuché o que echen un vistazo a sus ediciones digitales y elijan modelo para la temporada nupcial que ahora también se recupera.

Como todo en lo que existe abundancia, pues hay un amplísimo margen donde elegir: buenos, menos buenos, de escasa calidad, feísimos, elegantes, discretos, chirriantes y merecedores de no haber abandonado nunca el altillo. Los expertos en moda, estilismos y cuestiones de similar sensibilidad han destacado a la duquesa de Cornualles, quien esta vez se ha inclinado por la discreción a la hora de elegir pamela para acudir a la competición hípica. De color azul bebé (denominación cursi donde las haya), se la pudo ver con un vestido tricolor con mascarilla a juego.

De similares características era la pamela lucida por la princesa Ana, aunque la hija de Isabel II apostó por un intenso color azul que, a la luz del sol, se confundía con el morado. No puedo pasar por alto el siempre impecable Príncipe de Gales, quien acudió a la tradicional cita con su característico chaqué gris y un sombrero de canotier negro, que le daba ese punto de elegancia inglesa, cuya contemplación supone un salvavidas ante la pandemia de horterismo de la que suelen contagiarse bastantes varones cuando llegan los meses más tórridos.

La condesa de Wessex y el príncipe Eduardo en las carreras de Ascot. La condesa de Wessex y el príncipe Eduardo en las carreras de Ascot.

La condesa de Wessex y el príncipe Eduardo en las carreras de Ascot. / Getty

Pero de la falta de elegancia estival ya tendremos suficiente tiempo de escribir cuando arrecie el calor. Ahora vamos a centrarnos en el mundo de las pamelas y su intensivo uso los últimos años en las bodas, donde prácticamente se ha convertido en un complemento indispensable en los enlaces matrimoniales celebrados a la luz del día. Como ya ocurriera con el chaqué masculino, con la pamela, tocados y otros artículos posados en la cabeza de complicada clasificación ha sucedido igual: su uso (que antes estaba pensado para actos sociales restringidos y muy ocasionales) se ha extendido hasta hacerse habitual en las clases medias.

Pero, antes de elegir este complemento, su portadora debe tener en cuenta la conjunción con el vestido a lucir, que no debe desprenderse de ella hasta que todo el almuerzo se haya ingerido (lo cual, al menos, garantiza el distanciamiento de seguridad con el resto de comensales) y algo que supone una regla básica de estilismo y que ya se apuntó en su día sobre la mantilla: la mujer que la lleve debe sentirse totalmente segura al andar con ella y no dar la sensación de que va disfrazada o de que la pamela la lleva a usted, cuando debiera ser al revés. Si cumple tal principio, ya puede ponerse cuantas flores, redecillas, plumas y otras especies estime oportunas, pues con su actitud habrá vencido a las miradas desafiantes y a las lenguas de doble filo que –como la de un servidor– siempre están dispuestas a cortar todo tipo de trajes.

Los Reyes de España junto al presidente de Corea del Sur y su esposa. Los Reyes de España junto al presidente de Corea del Sur y su esposa.

Los Reyes de España junto al presidente de Corea del Sur y su esposa. / Efe

La otra gran cita de la semana ha sido la recepción de los Reyes de España al presidente de Corea del Sur, Moon Jae-In, y su esposa, la cantante Kim Jung-sook (he tenido que escribir tres veces los nombres hasta salir correctos). Con este acto se han recuperado las ceremonias en el madrileño Palacio Real tras quedar en 2020 suspendidas por la pandemia. Aunque se decidió rebajar el nivel de etiqueta: adiós al frac, a los vestidos largos y a las tiaras. Triunfó el corte midi en los vestidos.

La Reina Letizia y Carmen Calvo, con sus lunares de tamaño XXL. La Reina Letizia y Carmen Calvo, con sus lunares de tamaño XXL.

La Reina Letizia y Carmen Calvo, con sus lunares de tamaño XXL. / Efe

Y para rematar esta crónica, si la semana pasada les hablaba de las flores XXL como complemento, ahora no me puedo olvidar de la misma talla usada en los lunares de la vicepresidenta Carmen Calvo en dos modelos que ha lucido en menos de una semana. Auténticos cráteres de justificado olvido.