MI RINCÓN FAVORITO: JOSÉ ANTONIO LORENTE ACOSTA. INVESTIGADOR DEL ADN

"En cinco años subiremos a la primera división de la investigación genética"

"Esto es ciencia”, dice José Antonio Lorente Acosta y traza con al brazo un ángulo de 180 grados en el que cabe toda la ciudad: los barrios viejos, las nuevas colonias, las torres bermejas de la Alhambra, los cuadrantes de la vega y las líneas trémulas que funden el horizonte con el cielo brumoso. Lorente (Serón, Almería, 1961) es uno de los más prestigiosos especialistas españoles en la identificación basada en el ADN. Ha estudiado los huesos de Colón, del Príncipe de Viana y de doña Blanca de Navarra, los restos de los desaparecidos en Chile, de los fusilados en la guerra civil, de las mujeres asesinadas metódica e impunemente en Ciudad Juárez... Pero cuando quiere reflexionar se aísla en el Cerro de San Miguel, la colina que limita la ciudad de Granada por el este,  solitaria y, por el momento, ajena a la codicia urbanizadora.  

“Todo esto es ciencia”, dice y repite el gesto con el brazo, como si descorriera una cortina invisible, “pero allí abajo, aunque no lo veamos, hay setenta, ochenta mil personas en plena acción, cientos de automóviles circulando por las calles. Aquel edificio es un hospital y dentro hay gente muriendo o sobreviviendo. La ciencia es lo mismo. Yo, en mi laboratorio de genética, observo  todos los datos y voy encajando las piezas para que mejoren la vida de las personas”. Atardece en el Cerro de San Miguel. A nuestra espalda, cerrada a cal y canto, la ermita dedicada al arcángel que García Lorca describe como un efebo blando.

Lorente sube siempre que puede a San Miguel, cincuenta, sesenta veces al año, caminando desde el centro de la ciudad, con su mujer o con amigos. A veces solo. Al principio por deporte, luego buscando más el aislamiento reflexivo que la contemplación extática.  “En el trabajo del laboratorio no  tienes la oportunidad de reflexionar. Está abierto únicamente al conocimiento puntual. La reflexión la encuentras en otro lado, cuando llevas quince minutos aquí y das vueltas a las cosas”.

Lorente acabó su licenciatura en Medina en 1985 y dos años más tarde se especializó en Medicina del Trabajo. Pero no encontró en ella su vocación. La encontró en la Medicina Legal y Forense. A partir de 1990 estudió en las universidades de Heidelberg y Münster, en Berkeley y en la Academia del FBI en Quantico, Virginia. Ha sido director y propulsor del programa de identificación  genética de personas desaparecidas Fénix, de la Guardia Civil; director del programa andaluz de identificación materno–infantil y fundador de Lorgen GP, la primera empresa de análisis genómico creada bajo los auspicios de la Universidad de Granada en el Campus de la Salud.

“El laboratorio es importante, claro. Es el lugar de trabajo, de creación científica, porque el trabajo de un investigador senior tiene algo de artístico. Cuentas con cinco o seis ingredientes pero sabes que no puedes hacer la misma paella. Tienes que ligar varios trabajos investigación diferentes. Pero no es mi lugar favorito. Todos los laboratorios son iguales o mejores que el mío”.

“Andalucía juega un papel modesto en la investigación genética, pero en cinco años estaremos entre las grandes. Se ha desarrollado un plan muy bueno y una red de centros de investigación coordinados con los centros reproductivos y hospitales que va a dar frutos importantes. Eso sí, aisladamente, siempre ha habido grupos de investigación muy buenos en genética humana y de animales, al mayor nivel. Andalucía”, concluye, “subirá a primera división, se transformará pronto en el polo de investigación”.

¿Y cuál es el futuro de la investigación genética? Un laboratorio australiano, después de crear un ratón con el gen de un animal extinguido, ha insinuado la posibilidad de resucitar mamuts. “La vida es más que millones genes. Para crearla vida es necesario un sistema complejo de interrelaciones. ¿Crear un mamuts? Hay muchas réplicas  del Guernica de Picasso. Cualquier escribe un verso aceptable pero llegar a ser Antonio Machado es otra cosa”. A su juicio el 95% de las especulaciones que se hacen con la genética son mentira, pero reconoce que constituyen una buena manera de vender la ciencia genética.

Sí tiene claro que la genética servirá para curar enfermedades aunque no vale la pena apresurarse. “Que sepamos cuáles son nuestros riesgos no quiere decir que no vayamos a sufrir ciertas enfermedades. Hoy día estamos capacitados para hacer diagnósticos de enfermedades pero no para curarlas”.

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