José Luis Sáez. Presidente de la Federación Española de Baloncesto

"El labradores es un punto que me mantiene conectado a mis orígenes"

Se perdió en la calle San Eloy, a escasos metros de su casa, nada más llegar a Sevilla en una Semana Santa de principios de los años 70. Y 36 años después, tras haber recorrido medio mundo, sigue encontrándose a sí mismo en la barra del bar Trifón o el Donald, donde comparte confidencias con sus amigos, con los de siempre, quienes le conocen desde que entrenaba en el Real Círculo de Labradores, en el barrio de Los Remedios. Más de 40 medallas y un título de campeón del mundo no han apartado al presidente de la Federación Española de Baloncesto (FBE) de sus orígenes y sigue paseando por la cancha de su club social, desde donde se divisa la Torre del Oro y el Guadalquivir.

Un estampa muy sevillana y que le mantiene conectado con sus orígenes. Aunque nació en “Badajoz, Badajoz”, como dicen en su tierra, con doce años se instaló en el centro de Sevilla con sus padres y sus hermanos. Él es el último de siete. A sus 48 años, sigue disfrutando de su doble nacionalidad y encuentra parecidos entre las dos ciudades de su vida: la cultura del esfuerzo. “Triunfar en Madrid viniendo del sur no es un mérito, es un milagro”, comenta convencido de que en más de una ocasión ha tenido que pagar el IVA sevillano. “Cualquier error se paga más caro, se valora que seas gracioso, no si eres brillante, y te auguran una vida muy corta”, explica.

La suya, por ahora, es bastante extensa. El décimo presidente de la FEB, desde hace cuatro años, en los cuales la selección ganó el oro en el Mundial, fue elegido presidente de la Federación Andaluza en el 92, convirtiéndose en uno de los directivos más jóvenes que ha tenido el baloncesto español en su dilatada historia. Antes, con tan sólo 25 años, fue nombrado presidente de la Federación Sevillana. También ha sido directivo de la Asociación Española de Entrenadores de Baloncesto. Pero no siempre se ha dedicado al deporte de manera profesional. Con el apoyo de una familia de clase media-alta se licenció en Derecho, carrera que ha ejercido en la especialidad de urbanismo en la Junta de Andalucía, un cargo que compatibilizó sólo durante un tiempo con el baloncesto, que hoy es su profesión.

Pepe Sáez, como le conocen sus amigos, descubrió su pasión en el colegio de los Maristas, donde ingresó con 3 años en Badajoz y al que luego siguió vinculado en Sevilla. Es otro de los puntos de referencia de su vida. Allí debutó con los hermanos Gallardo y, con sólo 14 años, Leo Chaves, hermano del actual presidente andaluz, le ofreció entrenar a un equipo. Desde entonces ha tenido muy claro lo que quería hacer y ser. “Ésa es la clave, resistir, y contar con apoyos porque solo no se llega a ningún sitio”, dice agradecido, entre otros, a su mujer y sus tres hijos, que han pasado una “viudedad y orfandad transitorias”.

Todavía recuerda ilusionado cómo de niño iba a ver a Iríbar, el portero del Athletic de Bilbao, cuando se concentraba en el hotel Colón junto con otros de sus ídolos, protagonistas de titulares en los periódicos. Hoy, él  ha dictado más de uno, más o menos polémicos. Entre los últimos, el cese de Pepu Hernández como entrenador de la selección nacional. Pero hay otros, gloriosos, como el triunfo de los chicos de oro del baloncesto que, desde el pasado domingo, no están solos. “Me alegro muchísimo por la selección de fútbol  y comparto la alegría de esta generación de deportistas que triunfa a nivel de equipo e individual”, confirma el presidente de la FEB que disfrutó de la final de la Eurocopa en casa, con su mujer, su hija y unos amigos. “La seguridad es la clave del éxito, ahora creemos que podemos ser los mejores en todo, antes no; cuando se trabaja para ser el mejor, a veces la vida te da la oportunidad de serlo”, comenta el directivo.

Con esta filosofía afronta ahora los Juegos Olímpicos de Pekín, una cita importante para su federación. “En 1984, España quedó segunda en la Eurocopa y nosotros fuimos medalla de plata, a ver qué ocurre ahora”, comenta supersticioso. Huye de las modas y por eso hace un tiempo que se retiró un poco del mundo taurino, una afición que heredó de su padre, natural de Salamanca. Durante muchos años, desde otro de sus rincones favoritos, el tendido 1 de la Maestranza de Sevilla,  ha contemplado cómo la vida pasa pero las raíces, cuando son sólidas, se mantienen. “Sentado en la plaza, ves cómo, a pesar de los años, allí no cambia nada y eso me causa mucho respeto”, comenta un aficionado que sigue a Cayetano Rivera, a su paisano Miguel Ángel Perera y  José Tomás.

Ve los toros detrás de la barrera, pero sabe coger la muleta. Controla a la perfección el mundo de la comunicación y le sobra valor para ir superando cada día nuevos retos.  Hoy asegura que su meta aún está lejos. Más que una meta es un horizonte que le gustaría contemplar desde el balcón privilegiado de Bajo de Guía, en Sanlúcar de Barrameda. Él no mira hacia atrás, dice que para no convertirse en estatua de sal,  vive contento con todas las decisiones que ha tomado en su vida, y pide perdón “si a alguien he dañado o molestado”. Le gusta mucho leer y, si acaso, sólo querría retroceder para ser más culto y para superar algunas de sus asignaturas pendientes. Una de ellas, aprender a jugar a los videojuegos.

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