CIENCIA

Fuera de juego

  • ¿Por qué los jueces de línea se equivocan tanto señalando el ‘orsay’? El problema se llama paralaje y es un curioso efecto óptico que se da en las cámaras réflex y que se produce siempre que el asistente no está en línea, sino más adelantado que el último defensor.

Hoy se juega la final de la Eurocopa. Como yo no soy adivino y este artículo lo escribo días antes de que se publique, desconozco qué equipo va a medirse hoy con Alemania. ¿España o Rusia? Si el fútbol fuera una ciencia exacta podría afirmar que la final la jugarán los dos equipos mejores, es decir, los dos equipos que en cada partido hayan metido más goles y hayan encajado menos. Pero verá que es precisamente la ciencia la que demuestra que esto no es necesariamente así, aunque usted y yo ya lo sospecháramos.

En el fútbol, los errores arbitrales pueden influir directamente en los resultados. Uno de los errores más comunes está relacionado con el señalamiento del fuera de juego. Sin ir más lejos, el primer gol de Holanda contra Italia en esta Eurocopa fue en evidente fuera de juego y todos tenemos en mente clamorosos casos similares. Recordemos que la regla dice que un jugador atacante está en fuera de juego cuando, en el momento en que se le pasa la pelota, entre el jugador y la meta no hay ningún defensor exceptuando al portero. ¿Por qué los jueces de línea se equivocan tanto señalando el fuera de juego?

A diferencia de adivinos, brujos y charlatanes, cuando los científicos nos metemos en un problema, lo analizamos y diseñamos un experimento para buscar datos que nos ayuden a discernir lo aparente de lo substancial, para separar el polvo de la paja. Eso es lo que hicieron unos colegas holandeses de la Universidad de Vrije para determinar, de una vez por todas, de dónde vienen los errores cuando se pita o se deja de pitar un fuera de juego. Apalabraron un partido entre un par de equipos juveniles de primera categoría de manera que se produjeran adrede situaciones de fuera de juego. Al juez de línea se le acopló en la frente una camarita de vídeo para saber hacia donde dirigía la mirada y unas cámaras de televisión grababan el juego desde un edificio contiguo para conocer las posiciones reales de los jugadores. Antes de este estudio se creía que los errores estaban relacionados con la dificultad de ver la posición relativa del atacante y del defensor cuando la pelota sale del pie del pasador. Pues no: la camarita de vídeo demostró que el retardo en la mirada del juez de línea es tan pequeño que no afecta a la decisión. Resulta que el problema es un curioso efecto óptico que se produce siempre que el asistente no está en línea, sino más adelantado que el último defensor. Supongamos que el atacante corre por el exterior a la altura del defensor y ambos en la zona del campo opuesta a la banda en la que se encuentra el asistente. Si el asistente está en línea con el defensor ve al atacante en posición correcta. Pero si está adelantado, verá al atacante por delante del defensor y levantará la bandera erróneamente. Es un error inevitable porque realmente el juez de línea lo ve así como usted también lo vería si estuviera en su lugar. ¿Que no se lo cree? Venga, pongamos en una mesa o en la barra de un bar un par de botellines, uno de cerveza que es el atacante y otro de refresco que es el defensor. Imagine una línea que atraviesa el campo desde la posición del juez de línea. Coloque sobre ella los dos botellines, el refresco defensor más próximo a usted de forma que la cerveza atacante va por el exterior del campo. Aléjese siguiendo la línea imaginaria y mírelos. Ahora usted es el asistente. Verá que están en línea y no hay fuera de juego ¿de acuerdo? Ahora siga mirándolos y avance por la banda ¿Que ve? Que el atacante está más adelantado y usted, que es un árbitro honesto, levanta la bandera. Se ha equivocado, pero ha pitado lo que ha visto. El efecto es similar cuando el atacante corre por la parte interior, más cerca del arbitro que el defensor. Vamos a comprobarlo. Coloque ahora la cerveza atacante por el interior y por delante de la línea imaginaria en la que está el defensor. Si usted se coloca en esa línea imaginaria verá que hay un evidente fuera de juego. Pero ahora, avance medio metro por la banda y ¿qué ve? Que los jugadores están en línea y usted no levanta la bandera, equivocándose otra vez. Es un error inevitable del que no se puede culpar al árbitro. De hecho, el mejor asistente es el que se coloca en línea con el último defensor. Este efecto óptico se llama la paralaje y es el mismo que se corrige en las cámaras fotográficas réflex para que cuando usted mire por el visor vea lo mismo que el objetivo. Mis amigos astrónomos tienen que corregir en sus medidas varios tipos de paralajes porque si no lo hicieran se equivocarían tanto como los árbitros.

Los resultados de los experimentos holandeses son claros. En un 70 % de los casos de posible fuera de juego, el asistente no estaba en línea sino más de un metro adelantado. Así que no es de extraño que de cada 100 jugadas de posible fuera de juego, 20 se pitaron mal. Cuando se estudiaron en detalle los vídeos de 200 partidos internacionales se confirmaron esos resultados. A la vista de esta información ¿porqué no se regula el fútbol para corregir estos y otros errores inevitables? Pues porque lo que nos engancha del fútbol como espectáculo es, en cierta medida, el papel que juegan en el desenlace tantas cosas que, como en la vida, ni controlamos ni a veces queremos controlar. Lo que hace grande al fútbol, lo que lo hace un deporte universal, es que sus reglas son muy humanas, y a los humanos, ¡vaya usted a saber cómo funciona este cerebro nuestro! nos gusta dejar siempre un resquicio abierto a la fatalidad.

Pues bien, que esta noche gane el mejor y si juega España ¡qué diablos!, que cuando los árbitros se equivoquen (que ya sabe usted que se van a equivocar) lo hagan a favor nuestro.

P.S.: ¡Ah! Se me olvidaba. Los experimentos de los botellines los hace con sus amigos antes del partido o en cualquier caso antes de tomarse más botellines, tintos de verano o cubatas de la cuenta. Si no, lo que usted vea o deje de ver tiene poco valor para cualquier estudio científico serio.

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