MÚSICA EN DIRECTO

Palabra de Dylan

  • Poco antes de emprender la gira que en julio le devuelve a Andalucía, el de Minesotta definió el mundo de la música como “un hatajo de basura”

Ocurrió hace una semana, en el marco de una exposición en la Halcyon Gallery de Londres que reúne dibujos y bocetos de Bob Dylan (Duluth, Minnesota, 1941). El artista se encontraba a unos cuantos cientos de kilómetros, en la ciudad danesa de Odense, a punto de comenzar su gira europea. Al recibir el libro publicado con las mismas piezas de manera paralela a la muestra, el señor Zimmerman se puso lacónico y espetó: “La gente del arte es honesta; el mundo de la música, por contra, es un hatajo de basura”. El Pulitzer recibido el pasado abril por los méritos reunidos a lo largo de su trayectoria no ha logrado dulcificar un argumento en el que viene insistiendo desde hace años. Ni el negocio, ni las técnicas de grabación (es enemigo confeso del sonido registrado en CD) ni por supuesto las propuestas artísticas de muchos que hoy se consideran sus herederos (entre ellos su propio hijo, Jakob Dylan, quien actualmente se las ve y se las desea para impulsar su carrera en solitario tras el estrepitoso final de sus Wallflowers) satisfacen lo más mínimo al autor de obras cumbre como Desire, laureado por la crítica tras cada nuevo trabajo (sirva de ejemplo el último, Modern times, publicado en 2006). Lejos quedan los años en que Dylan aseguró que “América debe un monumento a The Beatles” y los de Liverpool respondieron, con tono evangélico, que Dylan “es el camino” y que ya todo estaba contenido en Like a rolling stone. El consuelo, al parecer, es imposible.

Ante semejante páramo, y dado el nulo gusto que manifiesta a ser fotografiado, la lógica pintaría para este Premio Príncipe de Asturias en edad de jubilación un Xanadú particular de retiro ecológico, con excepciones para la escritura de unas memorias aclamadas por grandes fans como Roger Waters, exposiciones como la de Londres, la realización de un documental biográfico dirigido por Martin Scorsese o invitaciones singulares que le dieran la oportunidad de demostrar su filantropía, como la de la Exposición Universal de Zaragoza. Y, sin embargo, Dylan ha vuelto a embarcarse en una gira descomunal por Europa, con once paradas en España. La primera tuvo lugar el pasado lunes en la misma ciudad del Pilar, mientras que en Andalucía la aventura se salda con dos citas confirmadas para los primeros compases de julio: Jaén el día 5 y Jerez el 8. Ambas plazas recogen el testigo de otras que en la comunidad han gustado las mieles (o no) del maestro, como Córdoba en 2004 y Granada y Málaga en 1999. Ante la contradicción que puede suponer el contribuir al sostenimiento del show business que más detesta, Dylan se limita a argumentar que lo suyo es un oficio, y punto. Nadie esperaba, de hecho, su presencia en Oviedo el año pasado para recoger el Príncipe de Asturias, pero el motivo con el que presentó sus excusas fue, precisamente, un concierto que había sido cerrado de antemano para el mismo día. La situación le dio pie para presumir de no haber cancelado una actuación en su vida por motivos ajenos a la salud.

El concierto ya celebrado en Zaragoza permite aventurar algunas claves de lo que se podrá ver y oír en los recitales andaluces. Además de las nulas concesiones a la prensa, con la prohibición expresa del paso a los fotógrafos, el artista repite los modos comunes en sus últimas giras: una banda solvente disfraza a base de trazos country, blues y falsamente jazzísticos clásicos de alto calibre como Don’t think twice, it’s all right, All along the watchtower, Just like a woman, Highway 61 revisited y, claro, Like a rolling stone. El resultado transforma estos himnos hasta tal punto que sólo los seguidores dotados de mucho oído y mayor paciencia son capaces de reconocerlos; entre el resto, a menudo, cunde la desazón y la sensación de que se vuelve a casa sin haber escuchado alguno de los temas predilectos cuando quizá sí se ha hecho. A este deseado repertorio se une un somero repaso a Modern times y aproximaciones colaterales a composiciones reciente de altísimo valor, como Things have changed. Hay reservas, en suma, para quien quiera salir contento.

Judío primero, católico después y ahora apóstata de un sistema que le encumbró como ídolo de masas, Dylan sólo puede ser Dylan. Lo del “hatajo de basura” es como actuar en el Festival de Newport en 1965 con una guitarra eléctrica. El tiempo dirá.

*Bob Dylan actúa el 5 de julio en Jaén y el 8 de julio en Jerez.

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