El Campo

El olivar cordobés afronta una campaña "crítica" con una caída de la producción del 30%

  • La sequía extrema está mermando el fruto, a lo que se suma el repunte de los precios de la luz y de los insumos

Jornaleros, en pleno tajo en un olivar.

Jornaleros, en pleno tajo en un olivar. / El Día

El sector del olivar alerta de la situación "crítica" que se avecina en los próximos meses. Las Cooperativas Agro-Alimentarias de Andalucía han advertido este miércoles de una campaña marcada por la incertidumbre como consecuencia, por una parte, de la espiral de precios alcistas en todos los inputs agrarios, con especial incidencia de la energía, que ha subido un 443% en los dos últimos años.

A esto se suma que, a causa de la "sequía extema", la cosecha se verá muy mermada. Así, la federación, a falta del aforo oficial de la Junta de Andalucía, prevé una producción en torno a 700.000 toneladas en Andalucía (frente a 1.151.394 de la campaña actual) y por debajo del millón de toneladas (918.000 toneladas frente a casi 1,5 millones de toneladas producidas en la campaña 2021-2022) a nivel nacional. En Córdoba, segunda provincia oleícola tras Jaén, se estima una producción de 210.000 toneladas, lo que supone una reducción del 30% respecto a la anterior campaña.

"La situación es muy preocupante en el olivar de almazara. La sequía, junto a la vecería del olivo y las altas temperaturas que se han sucedido desde el mes de mayo, clave para la floración del olivar, ha afectado a la productividad del cultivo, por lo que se prevé una próxima campaña muy corta", explican desde Cooperativas.

Estas previsiones, realizadas tras la última reunión sectorial del olivar de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, son “susceptibles de empeorar si continúa sin llover”, por lo que es posible que el aforo de la Junta que, previsiblemente, verá la luz en las próximas semanas, corrija esta estimación a la baja, según Cooperativas.

“Esta sequía está descontando, día a día, la producción del olivar”, señala el presidente del Consejo Sectorial de Aceite de Oliva de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, Cristóbal Gallego Martínez, que añade que “la gran mayoría de los secanos están prácticamente a cero, sin carga de aceitunas”. En las plantaciones de riego, que son las que pueden aportar mayor cantidad de frutos a la campaña, “debido a las limitaciones en el uso del agua, mucha de la aceituna tiene poco calibre, está arrugada e incluso empezando a ennegrecerse, cuando lo habitual es que su color natural fuese verde, pues en estas fechas el olivo se prepara para la lipogénesis, el proceso en el que la aceituna comienza a transformar los azúcares en aceite”.

“Nos estamos acercando al inicio del otoño y no hay perspectivas de lluvia a corto plazo, lo que nos hace ser muy pesimistas, insiste el representante sectorial, quien alude a que la próxima campaña podría ser un calco de la 2014-2015, “la segunda más baja de la historia”.

Subida de los precios

La incidencia de la sequía en la próxima cosecha llega, además, en un momento muy crítico por el alza del precio de los inputs, en especial de la energía eléctrica pero también de los carburantes como el gasóleo y de los fitosanitarios. “Los trabajos de riego y los tratamientos que precisan los olivos cuestan más que nunca, y estos costes no se verán compensados con una corta producción”, subraya Cristóbal Gallego, que avisa de la repercusión directa que tendrá en el sector.

Y ello teniendo en cuenta que el consumo eléctrico de almazaras y de industrias aceituneras se disparará en los próximos meses, al concentrarse la mayor actividad de la campaña. La situación puede ser desastrosa: y es que si el precio medio del megawatio/hora del 1 de enero al 31 de agosto de 2020 (según Red Eléctrica Española) era de 35,20 euros, en el mismo periodo de 2022 el precio medio subía hasta los 191,40 euros.

Ante este escenario, la federación de cooperativas demanda apoyo y ayudas al sector, como la reducción de la fiscalidad de carburantes, energía eléctrica, abonos y fitosanitarios. Además, exige que el agua sea una prioridad, pues la mejor manera de apostar por el desarrollo rural es llevando el agua al campo y a la agricultura. En este sentido, la federación apuesta por una política hídrica con más infraestructuras para garantizar que el agua llegue por igual a todos los territorios.

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