Puerto del calatraveño

El mundo político está loco, loco, loco

  • Una avalancha de altos y menos altos cargos han visitado durante las últimas semanas Córdoba para las pertinentes inauguraciones, o actos parecidos, antes de que les pille el toro preelectoral.

Un grupo de automovilistas viaja por un agreste paisaje del Sur de California [que muy bien pudieran estar afiliados al PP y al PSOE]. De pronto, un coche les adelanta a gran velocidad pero, al tomar una curva, se precipita por un barranco. El resto de los coches se detienen y sus viajeros intentan ayudar a los ocupantes del vehículo siniestrado. No obstante, llegan tarde y el conductor, en pleno delirio, declara que tiene escondido un botín de 300.000 dólares [en forma de papeletas electorales] en el parque Santa Rosita. A partir de entonces, esos que se han detenido para auxiliar emprenden una alocada carrera para conseguir hacerse con los dólares. Aunque pueda parecer algo surrealista, a uno le viene a la cabeza ese argumento de la película El mundo está loco, loco, loco... (Stanley Kramer, 1963) al contemplar asombrado cómo en las últimas semanas muchos e importantes políticos han incluido en sus agendas a la provincia de Córdoba como paso obligado para vender su gestión o la de su partido. Y lo han hecho en forma de inauguraciones y otros actos parecidos, de cara a la próxima cita nacional y autonómica con las urnas. Aunque no se lo hayan propuesto, se trata de una de las mejores maneras de hacerse con un importante botín de votos, de esos que ya le gustaría conseguir a Mariano Rajoy y a Javier Arenas. Estos últimos, de momento, sólo pueden presentar como aval para hacerse con el apoyo ciudadano una posible escasez en el corte socialista de cintas o la promesa de que acabarán tijereteando más que los del PSOE si consiguen las manijas de los ejecutivos. Y es que en los últimos días han pasado por la provincia altos y menos altos cargos socialistas para cumplir esa cita obligada con el subconsciente del votante con algo de complejo de bienvenido Mister Marshall que, directa o indirectamente, supone la consecución del voto perdido. No hay que llamarse a engaños. Han venido los de la fuerza política que ha gobernado tanto nacional como regionalmente en los últimos cuatro años. Sería una perogrullada que insistiera en que lo mismo harían los del PP si fueran ellos los que legislaran.

El pistoletazo de salida fue de categoría. Tras el paso por la capital del propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para inaugurar el AVE a Málaga, a finales del pasado año, la avalancha socialista, también a alta velocidad, no se ha hecho esperar. Todos ellos, deprisa, deprisa –que diría el veterano cineasta Carlos Saura– para evitar que los pillara el toro de las denuncias ante la autoridad electoral. Dentro de un par de días se convocarán las elecciones y hasta el próximo 9 de marzo –en el que los españoles y andaluces  tenemos una cita en los colegios, y no precisamente para aprender política– está prohibido el pertinente corte de cintas o la puesta de primeras piedras con las que, además, se pasa a la posteridad en los medios de comunicación.

Que si el presidente de la Junta, Manuel Chaves, para la apertura del Puente Romano de Córdoba; que si la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, para la del  puente de Montoro; que si el consejero de Agricultura, Isaías Pérez Saldaña, para presentar la recién aprobada Denominación de Origen del Aceite de Oliva Extra Montoro-Adamuz; que si la consejera de Bienestar Social para inaugurar una residencia de mayores en Puente Genil; que si el director general de Aguas, Jaime Palop, para explicar inversiones en la Campiña Este; que si... Por cierto que, hablando de Magdalena Álvarez, seguro que a ella sí que le habría gustado pasar a la posteridad como la ministra que abrió todos los tramos de la Autovía de Málaga, verdadero escorial de las carreteras españolas. Pero esa es otro historia que habrá que contar dentro de algún tiempo.

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