Palma del Río

A la conquista del espacio

  • Alumnos del instituto Antonio Gala lanzan la sonda Galasat III hasta la estratosfera, en un intento de obtener datos a través de imágenes

Un momento del lanzamiento de la sonda espacial.

Un momento del lanzamiento de la sonda espacial. / Rafael Morales

La llegada del hombre a la Luna en julio de 1969 fue el principio de la carrera por la colonización espacial. Ahora, 48 años más tarde, mientras la Estación Espacial Internacional preside las mejores vistas al globo terráqueo, esa ilusión por conquistar el espacio también está impresa en los alumnos de tercero y cuarto de Secundaria del instituto Antonio Gala de Palma del Río. Estos jóvenes lanzaron durante la madrugada del sábado el Galasat III una sonda espacial confeccionada por los estudiantes que recoge en el interior de una cápsula los datos referidos a temperaturas o la captación de imágenes fotográficas y de vídeos durante todo el vuelo no tripulado.

Este High Altitude Balloons (HABs) –como se le denomina en inglés– en esta tercera edición contó con una novedad al integrar un sistema GPS “hecho por nosotros”, reconoció orgulloso el estudiante Luis Tinedo. Dicho elemento permitió conocer la ubicación exacta de su trayectoria a cada instante, una navegación por el cielo que partió desde el centro urbano hasta alzarse y alcanzar los 27.125 metros de altitud –en plena estratosfera–, en la zona conocida como espacio cercano. Sobre las 02:00, la Plaza Mayor de Andalucía de Palma del Río se convirtió en la plataforma de lanzamiento, como si se tratase de Cabo Cañaveral (Florida).

El grupo encabezado por el profesor de Tecnología del centro, José Alcaide, fue ensamblando con sumo cuidado los elementos, a la par que el voluminoso globo se iba convirtiendo en un tanque de helio. El entusiasmo era palpable entre estos adolescentes, con almas de ingenieros especialistas de misiones a la Luna o al mismo planeta Marte, capaces de crear un artefacto volador con materiales de bajo coste. “Los puntos más complicados en este proceso suelen ser el tema del permiso, es lo más complejo”, contó Alcaide. Tanto es así que para poder soltar el globo el equipo necesitó el certificado Notam (Notice To Air Men) –información para aviadores– que deben solicitar previamente al gestor de navegación española Enaire, la Dirección General de Aviación y el Centro de Control Aéreo de Sevilla.

En esta ocasión, el permiso para volar estaba marcado entre las 02:00 y las 05:00; pese a que otras veces se ha realizado por la mañana, la hora asignada –algo intempestiva– se debió a la dificultad de buscarle un encaje ya que “estamos en una zona donde tenemos una especie de autopista aérea por encima de nuestras cabezas”, concretó. “El objetivo del Galasat es obtener datos del espacio más cercano”, explicó el joven Rafael Martín, mientras que su compañero Adrián anotó que “esperamos captar temperaturas o presión”. Para registrar esa información “hemos metido diferentes sensores”, añadió Óscar Almenara. El nerviosismo y las ganas contagió a los presentes cuando comenzó el despegue, mientras que poco a poco se fue perdiendo en la oscuridad ese cubo –cápsula– agarrado por la esfera de goma blanca –el globo–.

La órbita inició su caída tras tocar el punto más elevado, en ese nivel superior el globo meteorológico llegó a su punto máximo de expansión y explotó; en este tramo se llegan a registrar temperaturas de menos 45 grados. A raíz de este momento, gracias al paracaídas, el núcleo principal volvió a la Tierra, aunque a unas coordenadas situadas en Andújar (Jaén). Hasta allí se desplazaron los miembros del proyecto para localizar el material de estudio, del que extraerán instantáneas singulares y podrán ver la curvatura del globo terráqueo.

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