Puerto del Calatraveño

El campo se cabrea, ¿pero lo suficiente?

  • Mientras más de 8.000 personas pedían en Córdoba precios más justos para la agricultura, el comisario Ciolos negaba a la ministra Rosa Aguilar el almacenamiento privado del aceite. Una situación ridícula

SÓLO fueron unos pocos y durante apenas unos minutos, pero en la manifestación del viernes en Córdoba, esa que congregó a más de 8.000 personas para reivindicar precios justos en la agricultura y la ganadería, se llegó a oír esa frase un tanto infantil para algunos de ¡Ea, ea, ea, el campo se cabrea! Modestamente, creo que hubiera sido un eslogan acertado para definir el estado de ánimo de quienes estaban allí y, fundamentalmente, de los olivareros, el sector que sustenta la economía de miles de familias de la provincia cordobesa.

El campo de cabrea porque la razón está de su parte, pero, ¿se cabrea lo suficiente? Es la pregunta del millón. ¿Es necesaria la radicalización de las protestas o el corte del suministros a la cadena alimentaria para que alguien haga caso a una de las bases económica -la más importante- de las comarcas cordobesas? El sentido común dicta que no, que el diálogo y la perseverancia deben ser las armas para solucionar un problema que, en el caso del aceite de oliva, roza el insulto. El listón para no adoptar medidas más contundentes se lo han puesto muy alto a los agricultores y ganaderos cordobeses, porque además, la caprichosa agenda hizo coincidir la movilización del pasado viernes con la visita a España del comisario de Agricultura de la Unión Europea, Dacian Ciolos.

Así, cuando esas más de 8.000 almas que viven del campo aún no habían arrivado al bulevar del Gran Capitán, el susodicho Ciolos señalaba en Madrid que nos vayamos olvidando de eso del almacenamiento privado del aceite de oliva, que todavía no se dan las circunstancias para ello y que él no está para darle aspirinas a un sector (el olivarero) cuyos problemas estructurales son otros. Para más inri, el político rumano dijo lo que dijo en Madrid y en una comparecencia junto a la ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, Rosa Aguilar Rivero, cordobesa para más señas, con lo que el ridículo, si me lo permiten, fue mayúsculo.

Se da la circunstancia de que, en primer término, la del pasado viernes es la tercera vez en los últimos dos meses que Dacian Ciolos, como San Pedro, dice no al almacenamiento privado que le ha pedido Aguilar y, encima, tiene la osadía de reclamar "mas elementos de información" al Ejecutivo español sobre el asunto de los mercados del zumo de oliva. Pero además, la ministra cordobesa dijo hace unos días que su última solicitud parecía que iba por buen camino y casi dio por hecho que la visita de Ciolos era para decir que sí, que el sistema de control de los mercados estaba aprobado. Así las cosas, la posición de debilidad en la que ha quedado Aguilar Rivero tras este episodio debe hacer recapacitar al sector sobre cuál es la mejor estrategia a seguir.

Pero puestos a analizar lo ocurrido el viernes, también es justo llamar la atención sobre algunos asuntos. Así, no pasó desapercibido el gran número de mujeres y jóvenes que se sumaron a la movilización. En un sector en el que el relevo generacional parece complicado, siempre es gratificante comprobar que es posible la implicación de distintos segmentos de la población.

De otro lado, la representación política en la manifestación fue muy pobre, un dato que invita a pensar si, de verdad, los dirigentes de la cosa pública a nivel municipal tienen algún interés en los problemas de la agricultura. Bien es cierto que algunos sí se dejaron ver, pero se echó en falta más presencia de los alcaldes y alcaldesas de Córdoba, sobre todo ahora, que con esto de la nueva normativa electoral no ponen primeras piedras ni presiden inauguraciones. Chapó para los que sí fueron.

No obstante, vaya mi más enérgico rechazo a los responsables del apartado musical de la movilización de los agricultores, quienes además de entorpecer -por el volumen- la tarea de los medios informativos, castigaron al personal asistentes con algunas perlas de la historia de la música insufribles, como el Cocoguagua de Enrique y Ana o el toro enamorado de la luna de Los Centellas, entre otras piezas. Que le manden la grabación al mismísimo Dacian Ciolos y a Rosa Aguilar, a ver si así se le aclaran las ideas.

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