Tribuna

francisco ferraro

Miembro del Consejo Editorial del grupo Joly

El poder de las empresas tecnológicas y la pandemia

El poder de las empresas tecnológicas y la pandemia El poder de las empresas tecnológicas y la pandemia

El poder de las empresas tecnológicas y la pandemia

En el segundo trimestre del año, mientras que la economía mundial se contraía, cerraban empresas y se disparaba el paro, las grandes empresas tecnológicas mejoraron notablemente sus resultados, a lo que contribuyeron su poder de mercado y la funcionalidad de sus actividades con las restricciones a la movilidad, pues el confinamiento ha traído consigo un aumento notable del tiempo frente a las pantallas de los dispositivos digitales, tanto para entretenimiento como para teletrabajo, con el consiguiente aumento del gasto en comercio y entretenimiento on line y en dispositivos electrónicos.

Como consecuencia de ello, Apple ha duplicado su valor desde final de marzo, superando los dos billones de dólares de capitalización bursátil, siendo también intensas las revalorizaciones de Amazon, Microsoft, Alphabet (matriz de Google) y Facebook, que le siguen en el ranking de las empresas de mayor capitalización mundial, aunque en segundo lugar sigue la petrolera Saudí Aramco, con ligera reducción de su valor en este año, y completa el ranking de las ocho primeras empresas mundiales las tecnológicas chinas Tencent y Alibaba, con significativas revalorizaciones en los últimos meses. Si a las referidas empresas tecnológicas estadounidense sumamos otras en ascenso como Netflix, Paypal, Tesla o Adobe, puede comprenderse el paradójico comportamiento de la bolsa en Estados Unidos, cuyos índices S&P 500 y Nasdaq alcanzan máximos históricos, mientras que su economía está sufriendo la mayor contracción desde la II Guerra Mundial. Con esta dinámica no es de extrañar que el ranking de la revista Forbes de las personas con mayor patrimonio del mundo esté encabezada por Jeff Bezos (Amazon), Bill Gates (Microsoft) y Mark Zuckerberg (Facebook), que acumulan más de 400.000 millones de dólares de patrimonio.

La dinámica de concentración del capital de las empresas tecnológicas y de sus líderes pone de manifiesto hechos relevantes para el mundo, tales como el creciente peso de las actividades soportadas por la tecnología digital, el aumento de la desigualdad, el creciente poder de estas empresas y los riesgos derivados de la potencial capacidad de influencia social y política de las empresas que acumulan información de los usuarios. Entre estos hechos, es sorprendente que el tradicional celo de las autoridades de defensa de la competencia de Estados Unidos no hubiese tratado de restringir el creciente poder que estas empresas vienen acumulando desde hace dos décadas. Finalmente, después de la acumulación de investigaciones e informes, el pasado 29 de julio los directores ejecutivos de Alphabet, Amazon, Apple y Facebook se sentaron (virtualmente) ante los miembros del subcomité antimonopolio del Comité Judicial de la Cámara de Representantes de EEUU para responder a múltiples preguntas y acusaciones. Los congresistas acusaron a Facebook de la compra de Instagram para eliminar la competencia, a Amazon de desarrollar productos propios que compiten con ventaja sobre otros que se venden en su plataforma y sobre los que tienen información singular, y a Google de utilizar su poder como puerta de entrada a internet para identificar posibles competidores y eliminarlos.

Estas y otras acusaciones sobre sus prácticas restrictivas de la competencia podrían ser el inicio de un proceso que podría llevar a la división de las empresas en otras con menor dimensión y poder, pero la defensa de las empresas sobre la base de los grandes beneficios que su desarrollo tecnológico reporta a los consumidores y el riesgo de que cualquier restricción antimonopolio ayudaría a los competidores de otros países, singularmente de China, constituyen una defensa popular a la que no son ajenas la guerra comercial y el America First de Donald Trump, por lo que el marco actual de la decisiva campaña electoral no parece el momento más oportuno para iniciarla. Por ello, no se esperan consecuencias relevantes en el corto plazo, aunque pasadas las elecciones presidenciales pueden producirse algunas iniciativas parlamentarias para mejorar la legislación antimonopolio, y también podría dar lugar a que las malas prácticas reveladas de algunas empresas propiciasen demandas judiciales, aunque sus consecuencias se demorarían en el tiempo.

En consecuencia, el poder de las empresas tecnológicas estadounidenses no se va a reducir en el medio o corto plazo. Lo facilita su capacidad de innovación, la dificultad para identificar su poder de mercados con prácticas restrictivas de la competencia y el contexto de redefinición geopolítica de la competencia internacional, para el que su poder de mercado es funcional a los intereses de Estados Unidos.

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