Tribuna

Salvador Gutiérrez Solís

@gutisolis

8-M: necesidad y circunstancias

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8-M: necesidad y circunstancias

Cada vez que escucho a alguien solicitando que se cambie la denominación del 8 de marzo por otra cualquiera, algunas radicalmente diferentes o contrarias, o cada vez que alguien vuelve a preguntar cuándo es el día internacional del hombre más convencido estoy de la necesidad de celebrar el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo. Y ojalá no tuviéramos que hacerlo, o que pasara de ser un día de reivindicación para convertirse en un día festivo, celebratorio o de recuerdo. Pero no, de momento no ha llegado ese día, y yo confío que suceda en algún momento, y espero que más pronto que tarde. Y es que en tiempos complicados, y los de ahora lo son, y me temo que lo serán aún más en el futuro, las mujeres encuentran más adversidades en el camino. Si se pierden empleos, las mujeres lideran las mayores perdidas; si se recortan en derechos sociales, las mujeres tienen que suplir, sin remuneración ni reconocimiento, esas carencias. Si los sueldos se reducen, los de ellas lo harán más que los de los hombres, y esa es la triste y real tendencia que se da en tiempos complicados. O sea, hay motivos para volver a subrayar el 8 de marzo en el calendario, es evidente, pero también está claro que este año, y manda la situación, hay que hacerlo de otra manera. Porque un día que ha sido un ejemplo de tantas cosas, en el que se ha puesto sobre la mesa el derecho que más presente debe estar en nuestras vidas, que es el de la igualdad, no lo podemos ensombrecer haciendo, justamente, lo que no se debe. Tengamos en cuenta que todos esos que están siempre vigilando, esos que examinan y cuestionan todo lo que no entienden, esos que pretenden que nada cambie, sobre todo en lo relativo al papel que las mujeres han de ocupar en la sociedad, van a estar muy atentos para denunciar, amplificar y denostar cualquier acción que consideren inadecuada.

Este 8 de marzo será diferente por muchos motivos, lo sabemos, también porque se nos ha ido Celia Casado, una de esas mujeres, con nombre y apellidos, que desde su pueblo, Dos Hermanas, hizo de la defensa de la igualdad y de los derechos de las mujeres el hecho fundamental de su vida. Una mujer luchadora y de fuertes convicciones, como tantas otras, gracias a las cuales se han dado pasos considerables en las últimas décadas. Puede que más de los que en un principio se pudieran imaginar, dado el lejano punto desde el que se partía, pero a todas luces insuficientes, ya que aún quedan muchos metros por recorrer. Por todas esas mujeres, por las presentes y, sobre todo, por las de mañana, es necesario seguir reivindicando un nuevo 8 de marzo, aunque sea diferente. Porque se puede gritar desde las ventanas, desde las azoteas, manteniendo la distancia de seguridad. Y se deben inundar las redes sociales con imágenes y mensajes que nos inciten a recapacitar, a actuar; al igual que los medios de comunicación han de ser cómplices, aliados, este y todos los días, poniendo el foco sobre todas las desigualdades que aún existen. Y las administraciones, los colegios, deben recuperar a todas esas mujeres invisibilizadas que forman parte de la Historia, aunque la historia escrita por los hombres se haya olvidado de ellas.

Un 8 de marzo distinto, sí, pero que debe mantener la tensión, la cohesión y el mensaje de otros vividos en el pasado, haciéndolo de una manera distinta. En consonancia con el momento, respetando las medidas sanitarias, siendo prudentes en el contacto, pero sin dejar de reclamar y de reivindicar lo que es justo, lo que debería formar parte de la normalidad. Y no lo hagamos por un sentimiento proteccionista hacia las mujeres, que ellas saben perfectamente defenderse y reivindicarse, hagámoslo desde el convencimiento de que una sociedad entre iguales es una sociedad mejor, más rica, más sabia, porque cuenta con el talento de todos. Y como tantas otras situaciones de nuestras vidas, esperemos y deseemos que en el futuro podamos volver a celebrar un 8 de marzo como los de antes. O mejor, y regreso al principio, un 8 de marzo de recuerdos, de anécdotas, celebratorio, como el soñado por Celia. Que así sea.

A la memoria de Celia Casado.

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