Tribuna

Salvador Gutiérrez Solís

@gutisolis

La lista que nunca escribí

La lista que nunca escribí La lista que nunca escribí

La lista que nunca escribí

Y se acabó esta Navidad, que en mi caso particular ha sido extraña, atípica, emocional y difusa. Incluso feliz, de otra manera, sin la expresividad de la felicidad habitual. Ya se marcharon los Reyes Magos, dejando tras de sí una estela de carbón, magia y sonrisas. Y tal vez alguna ilusión maltrecha. En la generalidad siempre hay una excepción, que confirma la regla o la economía de escala, depende. Para este año no he redactado una lista con mis propósitos y enmiendas, ese programa electoral que nunca cumplo, ni aun pactando con mis otros yo. Y es que hay pactos que son un abrazo al diablo o a un erizo en estado de pánico, escoja. Pan para hoy y hambruna venidera, dice el refrán que se suele cumplir, y que algunos no se quieren aplicar. De haber confeccionado esa lista para este 2019, no me cabe duda de que en los primeros puestos habría escrito: abandonar todos los grupos de guasa. Todos, sin excepción. Sí, he dicho todos. Tengo una relación inestable con esta aplicación, la verdad sea dicha, me asquea, divierte, entretiene y aburre con semejantes intensidad y densidad -y hasta velocidad-, y para ello solo me basta saltar de un grupo a otro. Me han explicado, ya varias veces, pero yo no lo termino de entender, debe ser eso, que mi problema radica en que el guasa no es país para la ironía, ni la propia ni la ajena y que por eso no termino de entender ciertos mensajes. Será eso. Lo que tengo claro es que el aburrido, el tocapelotas y el chismoso encontraron su paraíso terrenal, sin olvidar sus aspectos más positivos, que alguno tendrá, digo yo. Durante años, en esa lista que no he escrito para este 2019, siempre coloqué dejar de fumar en un lugar destacado. Ha sido decirlo y el mono se ha colado en mi cabeza -pero cómo es la adicción, siempre ahí, al acecho-. Tres años sin humo cumpliré en este 2019, algo de lo que me siento especialmente orgulloso, por salud, constancia y personalidad. Ahí queda eso. La autocrítica en el congelador.

Recuerdo años en los que necesité más de una hoja para elaborar la lista de propósitos y enmiendas, recuerdo años en los que gasté más de un boli, un bic azul, que eso tiene un kilómetro de palabras, como poco, y a lo mejor me quedo corto. Puntilloso, exigente, inconformista, de todo un poco. Puede que con el tiempo haya entendido, a costa de malgastar hojas y secar bics, que no merece la pena imponerse tanto, que luego no somos capaces, y que, tal vez, con intentarlo, pensarlo, y hasta meditarlo, ya deberíamos estar contentos. Porque en lo esencial, en lo más básico, en la raíz, no cambiamos nunca. Nos retocamos un poco, maquillamos con cal los defectos más graves y evidentes, esas protuberancias de la superficie, y seguimos tal cual. Podemos cambiar alguna coma, algunas frases, pero nuestra particular historia ya tiene su estilo predeterminado. Personal e intransferible, construido a fuerza de años y decenas de listas incumplidas que ya no recordamos.

Si escribiera esa lista que he escrito otros años, para este 2019 tendría que pedir constancia, paciencia y algunas curvas de menos en el camino, que tampoco soy un amante de las carreteras de montaña. Precaución, amigo conductor. Aunque quién dijo miedo, que es un gas paralizante, y bloqueante y no sé cuántas cosas más. El miedo, mejor en el altillo, junto a esas hojas garabateadas con todas las listas que jamás se convirtieron en la realidad de nuestros días. También escribiría otras cosas que me guardo, que son como esos deseos que si se pronuncian en voz alta no se cumplen, y yo comparto ese miedo. Vaya, otra vez me ha salido la palabreja, y no, fuera, que al final tendré que hacer una lista y escribir en primer lugar No Miedo o Prohibido Pronunciar la Palabra Miedo. Aunque el esconderlo no te impide sentirlo. En cualquier caso, lo ignoro en la despedida y trataré de ignorarlo en los días por venir, en este nuevo año que se extiende como una niebla escocesa ante mi mirada. Comenzamos, con o sin lista, es indiferente, el camino y la vida forman parte de los propósitos y enmiendas. Papel y boli.

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