Tribuna

Juan Ramón Medina Precioso

Catedrático de Genética

De la desconexión al monolingüismo

De la desconexión al monolingüismo De la desconexión al monolingüismo

De la desconexión al monolingüismo / rosell

El separatismo catalán inició su asalto a la democracia española, y en particular a los preceptos constitucionales que reconocen la soberanía única del pueblo español y la integridad territorial de la nación, cuando el presidente popular Rajoy se negó a satisfacer la exigencia de la comunidad autónoma catalana (CAC) de implantar un acuerdo fiscal similar al de la vasca, que tan pingües privilegios le había venido otorgando sobre la base de los llamados "derechos históricos".

Era la primera vez desde la Transición que un presidente del Gobierno español negaba una prebenda más, y tan importante, a los separatistas, hasta entonces disfrazados de catalanistas. Pero concederla habría incrementado hasta límites difícilmente soportables la desigualdad en la renta pública por habitante de las distintas comunidades autónomas, perjudicando especialmente a Andalucía, Extremadura y otras en condiciones parecidas. De modo que, en mi opinión, Rajoy acertó al defender la igualdad entre los españoles viviesen donde viviesen, a pesar de la serie de traumáticos acontecimientos que se desencadenó con ello.

El resto es sobradamente conocido: el referéndum tolerado a medias, la ley inconstitucional del parlamento catalán para desconectar a la CAC de la soberanía y la legalidad española, otro referéndum (adecuadamente prohibido), las movilizaciones masivas para impedir la aplicación de las órdenes judiciales, y la proclamación de la llamada República Catalana. El fracaso de la intentona también es sobradamente conocido: Puigdemont refugiado en Bélgica, con cuatro de sus consejeros en diversos países, los principales dirigentes separatistas encarcelados y procesados por el Tribunal Supremo, otros varios procesos judiciales en marcha en distintos tribunales, ni rastro de la República, y un reconocimiento por los demás países que asciende a la notable cantidad de cero en todo el mundo.

Tal ha sido la magnitud del fracaso que ni Torra, presidente de la CAC, ni Torrent, presidente del Parlamento catalán, ni ningún otro dirigente separatista, ha cometido ningún delito en público desde entonces. Además, ERC anda declarando que ha renunciado a la unilateralidad y ha pactado con el PSC, uno de los de los del 155, en 38 ayuntamientos para gobernarlos. Y Juntos por Cataluña ha concedido al PSC la presidencia de la diputación de Barcelona, en cuya capital sigue Colau de alcaldesa gracias al apoyo del PSC y Valls. Y ambos se disponen a no bloquear la investidura del socialista Sánchez.

Los separatistas no han renunciado a su objetivo último, ni van a hacerlo en el futuro inmediato. No han dejado de impulsar una movilización publicitaria constante, también en distintos países extranjeros, ni el adoctrinamiento escolar y televisivo, ni el acoso a los manifiestamente unionistas. Han logrado situar el nivel de apoyo de los catalanes a la independencia un poco por debajo del 50%. En cambio, en las provincias vascongadas está por debajo del 15%, claro que tienen el suculento pacto fiscal.

Esa discrepancia muestra, por si hiciese falta, que el meollo del separatismo es aspirar al privilegio económico y no se conoce que haya prosperado en ninguna CA menos rica. La rebelión separatista es una rebelión de los ricos, que no quieren compartir con el resto la riqueza allí acumulada por la laboriosidad de sus conciudadanos y, no lo olviden, la constante ayuda transferida por ley desde el resto de España, desde el primer rey Borbón a la actualidad, pasando por el franquismo. Lo único misterioso del asunto es que haya formaciones políticas nominalmente defensoras de la igualdad que apuesten por el derecho a la secesión de los ricos. Cuando dicen que lo que les interesa son "las cosas de comer" parecen ignorar que una de las principales "cosa de comer" es que los ricos paguen impuestos en España, aunque vivan en Cataluña.

Los separatistas han dejado transitoriamente aparcada la unilateralidad, pero han intensificado la pugna por erradicar el idioma español, también llamado castellano, aunque sea el idioma natal mayoritario allí. Hasta el punto de que, aunque no lo difundan, se sabe que el número de catalanes que prefieren el cine y la literatura en español es mayor que en catalán.

No obstante, el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona ha declarado que responder preguntas en español es "una pérdida de tiempo", y la portavoz de la Generalidad se negó a responder preguntas en español que antes no le hubiesen formulado en catalán. So pretexto de que el catalán está en peligro, cosa que las estadísticas no corroboran en absoluto, en muchos colegios públicos está prohibido hablar en español incluso en los recreos.

Con todo eso están logrando que el catalán empiece a estar adquiriendo el dudoso privilegio de ser visto por algunos escolares como un idioma de orden impuesto coactivamente, siendo lo emocionante hablar en castellano de forma clandestina, como cuando fumábamos en el urinario. Ya hay indicios y si se incrementan asistiremos a otro gran éxito separatista.

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