Tribuna

F. Javier Merchán Iglesias

Presidente del Observatorio de la Educación

El desarrollo educativo

El desarrollo educativo El desarrollo educativo

El desarrollo educativo / rosell

Una de las noticias que ha traído la formación del actual Gobierno de la Junta de Andalucía es la denominación de la Consejería que va a ocuparse de los asuntos de la educación. La que habitualmente se ha llamado Consejería de Educación, con más o menos añadidos (Cultura, Deporte…), pasa a titularse ahora Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional, un título que, al menos inicialmente, ha producido cierta perplejidad y ha suscitado no pocas interrogantes.

Los nombres siempre dicen algo. Si tomamos como referencia la trayectoria de este departamento a nivel estatal, ha habido cambios en su denominación. En su creación, en 1900, se llamó Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes; en 1938, pasó a denominarse Ministerio de Educación Nacional, nombre que se cambió en 1966 por el de Ministerio de Educación y Ciencia. En 1979 se produjo la desaparición del término Ciencia (cuando las competencias sobre Universidades pasan a otros departamentos), mientras que en 2018 al término Educación se le añadió el de Formación Profesional.

Volviendo al caso de Andalucía, la novedad estriba en que se ha sustituido el termino Educación por el de Desarrollo Educativo. Poner nombre a las cosas, nombrar la realidad, es una acción siempre intencionada que confiere ventajas a quien puede ejercerla. Sin ánimo de molestar a nadie, no es lo mismo, por ejemplo, que te llamen basurero o trabajador de la limpieza. El nombre construye la realidad, le confiere un significado, en este caso mayor o menor dignidad a un oficio y a quienes lo desempeñan.

Entonces ¿qué diablos puede significar esto de Desarrollo Educativo? La idea de desarrollo está habitualmente asociada a mejora, de manera que puede interpretarse que esta nueva denominación trata de trasladarnos la idea de que la mejora de educación consiste en la política educativa que va a seguir el Gobierno andaluz (y no en otra cosa). De esta forma, el término Consejería de Desarrollo Educativo actúa como sinónimo de Consejería de Mejora de la Educación. El nombre construye la realidad y le quiere dar un determinado significado a la política educativa del Gobierno andaluz, un significado que sería muy distinto si la tal Consejería se denominara, por ejemplo, Consejería de la Política Educativa del Partido Popular, que es lo que más probablemente va a ser.

Si mi interpretación es acertada, hay que reconocer que lo del nombre es una ingeniosa ocurrencia, pero no va a evitar que la Consejera tenga que tomar decisiones sobre asuntos complejos que doy por supuesto que ya están sobre su mesa de trabajo. La mejora de la educación no es un asunto abstracto sobre el que exista un consenso universal, y menos en España. Más allá de las triquiñuelas lingüísticas a las que es tan propensa la política de nuestro tiempo, la realidad no es sólo lo que se dice o se nombra sino que también, y sobre todo, son los hechos. El inventario de los asuntos sobre los que habrá que pronunciarse es amplio y motivo de polémica. Uno de ellos, por ejemplo, es el de cómo actuar sobre los efectos en la escolarización de la reducción de la natalidad ¿suprimir aulas (particularmente de centros públicos)? ¿reducir la ratio? A este respecto, el movimiento que impulsa una Iniciativa Legislativa Popular para la reducción por ley del número de alumnos por aula, va a interpelar fuertemente a todos los grupos parlamentarios, pero sobre todo al que sostiene con mayoría absoluta el Gobierno andaluz. En este punto, ¿cómo se entenderá el desarrollo educativo? ¿cómo la mejora de la educación?

El papel de la enseñanza privada concertada en el sistema educativo andaluz es otro asunto sobre el que habrá que tomar decisiones. Mientras que en los niveles obligatorios estamos en torno al 20%, en la FP y el primer ciclo de la Educación Infantil el porcentaje viene aumentando notablemente en los últimos años, entonces, sobre este asunto, ¿en qué consistirá el desarrollo educativo?

O, en fin, respecto a la aplicación de Lomloe hay cuestiones importantes que son competencias autonómicas sobre las que tiene que legislar el gobierno andaluz, como el currículum escolar, la escolarización, la gestión de los centros… a este respecto, ¿qué significará el desarrollo educativo?

En definitiva, cambiar el nombre de las cosas, de la Consejería, puede servir para proyectar una determinada imagen de la política educativa, quizás una intencionalidad, pero el efecto óptico de esa proyección termina difuminándose cuando, con el tiempo, las imágenes tengan que traducirse en hechos. Es en este campo, el de los hechos, en el que habrá que valorar qué quiere decir exactamente desarrollo educativo.

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