Rafael Rodríguez Prieto

El comino y el Gobierno

La tribuna

Tenemos un primer ministro que ha cambiado tantas veces de opinión que sus promesas valen un comino. No se sabe si el programa firmado con Podemos es de gobierno o electoral

El comino y el Gobierno
El comino y el Gobierno / Rosell

10 de enero 2020 - 02:40

Me importa un comino la gobernabilidad de España". El comino es un grano tan usado en la gastronomía mediterránea que hasta se añade a las morcillas, por lo que no se puede descartar un vínculo con el peculiarmente dadivoso "que te den morcilla". Quizá era eso lo que pretendía la portavoz de los socios de Sánchez. Regalarnos una gran morcilla aliñada con comino. Pero, ¿realmente querrían darnos algo los que han insistido hasta la náusea que España les roba? Habrá que recurrir al inglés; menos sutil que el español en circunstancias como esta, pero más exacto en las intenciones reales del emisor. I don't give a shit, dicen. Esta referencia al estiércol es de mucha ayuda para comprender lo que ERC piensa de su país -España- y de cualquiera de sus conciudadanos que no les aplaudan. Colonos o fachas, dependiendo del lugar de residencia. No está mal para un partido que procede del fascismo italiano y que nunca ha hecho políticas sociales cuando ha ocupado los famosos tripartitos. Ellos quieren la independencia en pleno siglo XXI, donde las corporaciones privadas ejercen un poder que reduce, incluso, la soberanía de los estados más potentes. Desean gestionar su cortijito. En fin, lo que se dice un aliado de garantías, que pretende barnizarnos de una substancia, cuya fragancia es escasamente gratificante.

En Boston se suele decir que si no te gusta el tiempo, espera cinco minutos. A toda la oposición en plena crisis de ansiedad, le recomiendo algo semejante. Si no le gusta lo que dice el nuevo primer ministro, esperen unos días. Yo no les daría tila; simplemente les pediría que rememorasen las veces que consideraron a Pujol un hombre de estado o a los ultraconservadores del PNV un partido responsable. Fue lamentable observar la noche electoral a un líder de la oposición noqueado e incapaz de ofrecer un pacto para la votación de investidura. Sánchez e Iglesias lo hubieran tenido más complicado para disfrazar la pérdida de votos. Demasiados aspavientos y poco razonamiento.

Tenemos un primer ministro que ha cambiado tantas veces de opinión que sus promesas se cotizan al valor del comino. No se sabe si el programa firmado con el difunto Podemos es de gobierno o electoral. Su líder máximo y eterno protagonizó el día de la investidura una nueva temporada de Los ricos también lloran. La pareja neokichnerista se abrazaba sollozante. La hipoteca de la caja de ingenieros está pagada. ¿Alguien lo dudaba? El populismo es así. Muy emotivo. Lo único que como descamisados pobrecitos deberíamos suplicarles es que no lloren cuando en el Eurogrupo les pidan ajustes de caballo, sino que luchen por los intereses de los trabajadores españoles. Justo lo que no hizo su correligionario griego. En todo caso, el Íbex o la Iglesia del lazo nacionalcatólico pueden dormir a pierna suelta: ya están los del PNV como baluartes de la ortodoxia neoliberal y para fastidiarnos la selección española de fútbol. Progresismo del bueno.

España es un gran cónclave de enemigos de la igualdad; de aquellos que repudian políticas de progresividad fiscal o reforzamiento de derechos sociales y dividen a los ciudadanos en razón del territorio en el que residen. El PSOE reformó el artículo 135 atentando contra el estado social y hoy en Baleares, Navarra o Valencia calientan el sillón al nacionalismo para que cuando gobiernen continúen sus políticas contra el idioma común y contra cualquier institución que apeste a España. Bildu puede comparar a la Guardia Civil con los nazis y luego llegar a Madrid para hacer chistecitos sobre la Voz Kids. Qué gracia le hizo al diputado Alcaraz y a cualquiera con un mínimo de sensibilidad.

Le deseo lo mejor a este Gobierno por el bien de todos, pero hay más detalles preocupantes. No hay ninguna medida en favor del pluralismo en los medios y, más concretamente, en la televisión. Continuaremos con este duopolio televisivo donde se naturaliza lo excepcional y se repite el léxico nacionalista, a ver si lo metabolizan hasta en el cabo de Gata. Qué dialoguen, escucho. ¿De qué, con qué objetivos y en qué forma puede repercutir sobre los catalanes no nacionalistas y el resto de españoles? ¿Tendrá que irse España a la boñiga para que los españoles valoren todo lo logrado?

En su obra Moralia, sive Expositio in Job, el papa Gregorio Magno afirmó que el hombre en el día dichoso no debía olvidar la desgracia y en el día desgraciado no olvidar la dicha. Gregorio tomó la figura de Job como ejemplo de abnegación. Si una cosa buena tiene la democracia es precisamente situar a la ciudadanía como protagonista y al Gobierno como su servidor. El ciudadano no debiera conformarse con ser un Job contemporáneo. Confrontemos a los enemigos de la igualdad. Una izquierda no vasalla del nacionalismo debe emerger.

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