Tribuna

Salvador Gutiérrez Solís

@gutisolis

Tres Reyes, tres libros

Tres Reyes, tres libros Tres Reyes, tres libros

Tres Reyes, tres libros

Queridos Reyes Magos, en este año tan, tan, cómo definirlo, diferente, vamos a llamarlo diferente, para no volver a mentar al bicho o a sus consecuencias, tengo muchos regalos que me harían mucha ilusión, pero no sé si todos están en vuestras manos. Antes de nada, os pido precaución y sopesar bien los movimientos y los bordes, que viajar en globo debe ser muy apasionante, pero a la vez debe tener mucho de incierto. Yo no creo que pudiera, sinceramente, que en mi debilidad humana, no soy mago, claro está, el miedo a la altura ocupa un lugar muy destacado. Soy de tierra firme, de pies en el suelo, en lo formal, porque la mayor parte del tiempo suelo estar en las nubes, metafóricamente hablando. Prudencia, también os pedimos a vosotros, que os queremos durante muchos años más. Y no lancéis los regalos desde el aire, que la distancia y la velocidad son más traicioneras que el peso, aunque la báscula se empeñe en señalar lo contrario.

Queridos Reyes, me encantaría que entre mis regalos de este año viniera un viaje, lejano si es posible, para compensar tanto tiempo quietecitos, y porque supondría, de lo que más me alegraría, que salimos del túnel, que la luz vuelve cubrirlo todo. Un viaje de esos en los que comes en el avión, y te dan tu mantita y se te encogen las piernas, muy lejos. Por si acaso, lo pido. Como también pido libros, que han sido muy importantes en el pasado año. Más que nunca han sido ventanas, aliento, compañía, diversión, conocimiento, alegría, emoción, sanación. Vida, otras vidas. Leí mucho el pasado año, mucho, y me ratifico y renuevo mi amor por los libros, como un elemento esencial, fundamental, necesario e irrenunciable de mi vida. Los quiero siempre cerca, muy cerca, al alcance de mi mano. Por eso me he propuesto, y también propongo, que les encarguemos tres libros a los Reyes Magos, uno por cada Rey. Que yo sé que a ellos también les gusta que los pidamos, porque quien lo pide no sólo nos quiere, también nos aprecia.

A mí me gustaría pedir a los Reyes Magos bastantes de los libros que he leído el pasado año, que me han gustado y emocionado y deparado momentos muy felices. Por ejemplo, conocer la historia reciente de nuestro país gracias a las novelas de Mercedes de Pablos y Joaquín Pérez Azaústre, Jonás mapa para el buen traidor y Atocha 55, no tiene precio y es una magnífica pedagogía. Como también lo es dejarse arrastrar por los poemas de Braulio Ortiz Poole, en Gente que busca su bandera, en los de José Miguel García Conde, en El principio del caos; más poemas en Andonov, de Antonio Luis Ginés o los de David Delfín en su Fábrica de anticuerpos si no amanece. También libros deportivos, Benditas Locuras y Sueños Cumplidos, el homenaje de Salvador Alba, de Calor y Gestión, a un hito sin precedentes del deporte andaluz y cordobés: el fulgurante ascenso del Córdoba Fútsal. Música y literatura, una fusión/combinación que adoro. Tres libros, tres, como los Reyes Magos, a tener muy en cuenta: Música de Cámara, sobre el Wu-Tang Clan, de Will Ashon; la biografía desautorizada, y por tanto más divertida, de la gran Aretha Franklin y Que rule el amor, la biografía de uno de los últimos delfines blancos del rock mundial, el siempre eléctrico Lenny Kravitz.

Miguel Ángel Hernández tal vez haya escrito el libro más español: El don de la siesta, un ensayo de una costumbre tan propia como saludable, Y Javier Sáez de Ibarra debuta en la novela con Vida económica de Tomi Sánchez. No me puedo olvidar de las novelas de Salvador Navarro, Nunca sabrás quién fui, Fernando Repiso, 6 mujeres 6 y Daniel Blanco, Como era en un principio, tres historias de familias y dobles identidades. Curiosamente, el peor de los años posibles, el terrible 2020 trajo mi nueva novela, tras un tiempo de silencio, El lenguaje de las mareas, que tantas alegrías me está deparando. Al final, lo de los tres libros a los tres Reyes Magos se queda corto, que nada más que con mis recomendaciones ya me he pasado tres pueblos. Pero mejor excederse, claro, como casi siempre, cuando hablamos de emociones.

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