Tribuna

José María Campos

Fundación Interservicios Ceuta

Preocupación por Ceuta y Melilla

El 73% de los españoles reclama más contundencia por parte de España ante la actitud de Marruecos respecto a Ceuta y Melilla. Se aprecia una preocupación generalizada

Preocupación por Ceuta y Melilla Preocupación por Ceuta y Melilla

Preocupación por Ceuta y Melilla / rosell

Cuando recientemente surge en las conversaciones el tema de la reivindicación de Marruecos sobre Ceuta y Melilla, se advierte preocupación generalizada en los españoles. A pesar de que el periodista que entrevistó al jefe del Gobierno marroquí, El Othmani, le obligó en la práctica a pronunciarse sobre el tema, no cabe duda que se puso sobre el tapete el contencioso de las dos ciudades autónomas, a pesar de que, en mi opinión, el político hubiera preferido no tratar el asunto en ese momento, por razones diplomáticas y de oportunidad.

No cabe duda que la postura de Estados Unidos de apoyar a Marruecos en varios temas ha contribuido a aumentar esa preocupación, aunque esto debe entenderse como una decisión del presidente Trump, que puede ser corregida pronto si la diplomacia española actúa haciendo ver al nuevo presidente norteamericano que las dos ciudades autónomas son estratégicamente imprescindibles, no sólo por su situación geográfica, sino por pertenecer a un país con democracia consolidada que además es miembro de la OTAN.

Sin embargo, la respuesta española ha sido tímida e insuficiente, sobre todo si tenemos en cuenta la estrategia marroquí de tantear al contrario antes de tomar decisiones. Y el reciente encargo de una patrullera al astillero español Navantia, completa el círculo de una de cal y otra de arena. Esto de la crítica a la timidez en la respuesta de España, es lo que resulta de la encuesta realizada recientemente por Sociométrica. En ella, el 73% de los españoles reclama más contundencia por parte de España ante la actitud de Marruecos respecto a Ceuta y Melilla y, aunque varían los porcentajes según los partidos políticos, no cabe duda que se aprecia una preocupación generalizada.

Sin embargo, una encuesta de este tipo no permite pronunciarse sobre qué medidas se tomarían al exigir más contundencia de forma mayoritaria, porque es preciso actuar en este caso con una estrategia a la oriental, para responder sin hacerlo y hablar con el silencio. Por ejemplo, manteniendo las buenas relaciones con Marruecos, reiterando la colaboración en todos los ámbitos y manteniendo una actitud prudente respecto al Sahara, anunciar la visita del Rey de España a Ceuta y Melilla, dentro del programa que afecta a todas las regiones de la nación.

Y al respecto puede servir como antecedente un trabajo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que realizó una encuesta en 2002 sobre diversas opiniones respecto a la crisis de Perejil y la forma que debía actuarse ante Marruecos. En aquel caso, a un 80,8 % de los encuestados les pareció mal o muy mal la ocupación marroquí del islote y, además, la intervención militar de España la suscribieron un 75,5% de los encuestados, rechazándola un 20,2%. Y en lo que se refiere a las decisiones del Gobierno respecto a la crisis citada, las aprobaron un 73,5% de los participantes. Y sobre todas estas opiniones que tienden a suscribir una política firme con Marruecos, un 82,4% de los intervinientes en la citada encuesta, opinaron que era necesario mantener unas buenas relaciones con el país vecino.

Como Ceuta y Melilla no están amparadas por el paraguas protector de la OTAN en virtud del artículo 5 del Tratado de Washington, otra respuesta a Marruecos sin manos y con la sonrisa en la boca, sería iniciar las negociaciones para incorporar a las dos ciudades bajo el citado paraguas protector de la OTAN, como el resto del territorio nacional, iniciativa que no ha tomado España en 40 años, ni la han pedido los políticos locales. Esa sonora marginación de las ciudades autónomas se fraguó en su momento por presiones de algunos países, en contra de la opinión de Adolfo Suárez al manifestar éste que España no debía integrarse en la alianza atlántica a cualquier precio. Y las naciones occidentales solo se acordaron de la anacrónica situación cuando barcos de guerra rusos comenzaron a aprovisionarse en Ceuta.

La visita de los Reyes de España a Ceuta y Melilla sería tan clamorosa que volvería a sorprender al mundo entero de que la práctica totalidad de la población ceutí perteneciente a cuatro culturas distintas, aclamaran a Felipe VI y a doña Leticia, mientras estos saludan desde el histórico balcón del Ayuntamiento. Y volver a poner sobre el tapete la incorporación de Melilla y Ceuta de pleno derecho a la OTAN, sería una llamada de atención a Estados Unidos y a Europa sobre la estratégica posición de las ciudades norteafricanas como llave de dos continentes.

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