Tribuna

Demetrio Fernández

Obispo de Córdoba

La Navidad de la pandemia

Todavía estamos a tiempo de construir un mundo nuevo desde esas raíces, que Dios ha puesto y Jesucristo viene a alimentar

La Navidad de la pandemia La Navidad de la pandemia

La Navidad de la pandemia

Así la ha calificado el Papa Francisco en su reciente discurso a la Curia romana. Para decirnos que las crisis nos ayudan a crecer. Y así sucederá con esta crisis, nos ayudará a crecer en lo esencial de nuestra vida, porque la Navidad es el misterio del nacimiento de Jesús de Nazaret, que nos recuerda que los hombres no han nacido para morir sino para vivir eternamente y renacer continuamente.

Estamos viviendo muchas carencias de salud, de convivencia, de trabajo, de socialización. Y la crisis nos llevará a lo esencial, despojándonos de toda hojarasca y replanteándonos la vida de otra manera. De esa novedad nos habla Jesús en la Navidad. El nace para renovarlo todo, para renovar nuestra vida, nuestra convivencia, nuestra forma de entender y construir el mundo. Él ha venido para establecer una solidaridad honda, que nadie puede romper, porque ha quedado sellada con su sangre. La unión del hombre con Dios, rota por el pecado, ha quedado soldada por el nacimiento de Cristo. La unión y el sueño de una humanidad unida, es cada día desmentida por el egoísmo de las partes en conflicto. El viene a soldar esa paz entre los hombres y entre las naciones. Acerquémonos sin miedo a este Niño que nace en Belén, que nació y que sigue hoy provocando nuestra ternura.

Él no viene a quitarnos nada de cuanto bueno hay en nuestra vida, sino a purificarlo, multiplicarlo y a consolidarlo. El deseo de felicidad y paz de unos a otros en estos días brota de lo mejor de nosotros mismos. Todavía estamos a tiempo de construir un mundo nuevo desde esas raíces, que Dios ha puesto y Jesucristo viene a alimentar.

Junto a él está su Madre bendita, que lo ha recibido virginalmente en su seno y lo da a luz en la Nochebuena. Es momento de felicitarla a ella también. Qué guapo es su Niño, se parece a su madre, es reflejo de su rostro y resplandor de la luz de Dios en el mundo. Es Dios como su Padre, y ha venido para hacernos a nosotros hijos de Dios y hermanos entre nosotros. En toda esta tarea, que compromete toda nuestra vida, María es la madre a la que recurrimos confiadamente, sabiendo que siempre nos consuela. Esta mujer tiene como esposo a José, al que Dios pidió poner toda su vida en juego para que el misterio de la encarnación de Dios fuera viable y tuviera cobertura. Y él consintió.

Escuchemos esta noche santa a los ángeles del cielo que anuncian la paz a todos los hombres de buena voluntad y nos traen la alegre noticia del nacimiento de un Salvador. Es fiesta en el cielo, hagamos fiesta en la tierra. No hay lugar para la tristeza por muchas que sean nuestras carencias, porque es más grande la esperanza que trae consigo el nacimiento de este Niño.

Con los pastores acudamos presurosos a darle lo que tenemos, a darle nuestro corazón. Y con los Magos de Oriente pongámonos en camino en busca de la verdad. Esa luz que intuimos en el fondo de nuestro corazón nos conducirá hasta Belén para adorar al Niño, ofrecerle nuestros regalos y encontrarnos con la Luz que ilumina el mundo.

Navidad es Jesucristo, Navidad es encuentro, Navidad es fiesta y es alegría, Navidad es solidaridad y fraternidad, Navidad es familia, es ternura, es calor en el hogar. Esta Navidad de la pandemia acojamos a Jesucristo que viene a salvarnos, a librarnos de la muerte eterna y librarnos de tantas cosas que nos estorban. Y abramos el corazón a los que sufren a nuestro lado, cerca o lejos. Este Niño viene a renovar nuestras vidas, démosle posada en nuestro corazón. Feliz Navidad para todos.

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