Tribuna

Luis Alvarez Moreno

Presidente de la Asociación Profesional de Guías de Turismo e Intérpretes (API)

Maeztu y la catedral de Córdoba

Maeztu y la catedral de Córdoba Maeztu y la catedral de Córdoba

Maeztu y la catedral de Córdoba

En su Informe anual al Parlamento de Andalucía, correspondiente al Ejercicio 2018, el Defensor del Pueblo, reclama la puesta en marcha de un Plan Director para la Mezquita-Catedral de Córdoba, además de insistir en la aplicación de las medidas de protección sobre el conjunto monumental. Según el Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, ello se justifica por "la riqueza y el compendio de elementos patrimoniales que configuran el conjunto de la Mezquita-Catedral" y que "exigen una tecnificación de su gestión y la necesidad permanente e inaplazable de la disposición de instrumentos de gestión útiles, eficaces y, sin duda, específicos para la naturaleza del patrimonio afectado".

Que los elementos patrimoniales que configuran el conjunto del grandioso primer monumento cordobés son de una riqueza impresionante es algo indiscutible. Pero de las palabras del Defensor del Pueblo Andaluz parece deducirse, al mismo tiempo, que se está justificando una intervención administrativa en la Catedral de Córdoba, al albur de una supuesta "gestión no tecnificada y de una carencia de instrumentos de gestión útiles, eficaces y específicos para la naturaleza del patrimonio afectado". Y eso es una presunción desmentida por la realidad cotidiana del monumento. Las cosas no son así.

Cualquier persona que, por su actividad profesional cotidiana -como es nuestro caso- tenga acceso al día a día de la Mezquita-Catedral sabe de sobra, sin necesidad de hacer un gran esfuerzo de observación, que si algo está tecnificado en la gestión de los monumentos de Córdoba, es la Mezquita-Catedral. Cualquiera de los otros monumentos de nuestra provincia, sean de titularidad municipal o autonómica, se gestionan de forma mucho más anticuada (tal vez con la sola excepción del sistema de reservas de Medina Azahara).

Da la impresión de que se requiere el establecimiento de un Plan Director del monumento como justificación para reafirmar el "ejercicio -por la Junta de Andalucía- de una actividad de supervisión, control y autorización de las actuaciones sometidas al régimen normativo, en particular sobre los usos y actividades desplegadas en el conjunto monumental".

Que a la Junta de Andalucía (antes de la existencia de ésta, al Estado) le compete una actividad de supervisión y control de los Monumentos Históricos es algo que nadie pone en tela de juicio. Es lo propio de un Estado de Derecho. Para eso están las Leyes de Patrimonio Histórico, que vienen a establecer el marco de intervención de las Administraciones Públicas en la materia.

Pero una cosa es la actividad de supervisión en el marco legal establecido y otra cosa, bien diferente, es justificar que, a través de ese marco legal se justifique una particular intervención "en materia de usos y actividades desplegadas en el conjunto monumental". Un Plan Director es otra cosa y su existencia no debe ser justificada como razón para intervenir en algo que es competencia exclusiva de su legítimo propietario: en el caso de la Catedral de Córdoba, la Iglesia Católica. ¿Por qué habría de discutir la Iglesia Católica, con nadie, el uso que le lleva dando a la Mezquita de Córdoba, como Catedral, desde que Fernando III así lo decidió hace 782 años y casi diez meses y las actividades litúrgicas y divulgativas que tal uso conlleva?

Insiste el Informe en "la procedencia de aplicar las medidas de protección, control y autorización que se insertan entre las funciones de la autoridad cultural respecto del régimen de protección y uso de la Mezquita-Catedral de Córdoba". Pero resulta que el informe habla del "volumen monetario del shock de demanda, que presenta un doble componente: el del propio conjunto monumental y el del turismo cultural que atrae". ¿Por qué será que el dinero siempre subyace a todo tipo de propuestas, supuestamente, desinteresadas?

Bienvenidas sean cuantas medidas de protección de la Mezquita-Catedral se propongan. Pero no olvidemos que quien lleva invertidas cantidades ingentes en medidas de protección es la Iglesia Católica, a través del Cabildo Catedralicio. Casi setecientos ochenta y tres años después de la llegada de Fernando III a Córdoba, en la Catedral -hasta aquel preciso momento, Mezquita Aljama- se sigue celebrando liturgia a diario y eso hace del edificio un monumento vivo, con una vitalidad y un cuidado envidiables: el único monumento cordobés que abre los trescientos sesenta y cinco días del año, por la mañana y por la tarde. Y con una protección gestionada por el Cabildo Catedralicio, que es la envidia de no pocos monumentos del resto de España.

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