Tribuna

Salvador Gutiérrez Solís

@gutisolis

Libros contra el olvido

Rafael Alberti Rafael Alberti

Rafael Alberti

Aunque usted no lo crea, la Cultura, el Arte, la Literatura en concreto, cuentan con numerosos poderes y beneficios, tanto físicos como mentales. Haga el intento. Alimento del alma, se escucha de cuando en cuando, y los cimientos de las fábricas de sacarina se tambalean. Lorca ya lo dijo, durante la inauguración de la biblioteca de su pueblo, puestos a elegir, un trozo de pan en un mano y un libro en la otra, que ambas cosas alimentan. En los libros descubrimos nuevos mundos, viajamos sin necesidad de sacar una tarjeta de embarque, conocemos personajes que nos costaría trabajo encontrar en la cola de la pescadería, presenciamos secuencias que hasta al mismísimo Ray Donovan le sorprenderían, que ya es decir. Son radiografia/fotografía del momento que nos toca vivir, porque la historia también se escribe, e incluso se construye, desde la ficción. Además de todo esto, y de mucho más que me llevaría demasiado espacio exponer como se merece, la Literatura, los libros, cuentan con la capacidad casi sanadora de reparar silencios u olvidos almacenados a lo largo de los años. Entre los olvidos, entre los clamorosos e injustos silencios, siempre, cómo no, nombres de mujeres enterrados en el olvido de la ignorancia y de la discriminación. Invisibles hasta la ausencia, hasta la nada. Escritoras ocultadas por una represión de género, por el simple hecho de ser mujer. Escritoras, creadoras, que tuvieron que entregar sus obras a sus maridos, a sus hermanos, para que pudieran ver la luz. Escritoras, artistas, arrinconadas en el desván de la memoria, condenadas al silencio. Ahora nos escandaliza y nos escuece leer o contemplar El cuento de la criada de Margaret Atwood, y creo que es conveniente recordar que hasta no hace tanto las mujeres españolas, de buena parte del mundo, padecieron una represión similar.

Palabras contra la desmemoria, libros contra el olvido, que es lo mismo que decir la justicia necesaria. Memoria contra la amnesia. Luz frente a la oscuridad. Rescribir la Historia, dando entrada a la mitad silenciada. Es lo poco o lo mucho que le debemos pedir a la Cultura, a la Literatura, que nos aporte luz, claridad, dignidad, justicia. Eso es lo que encontramos en dos volúmenes de reciente aparición, coincidentes en el rescate y también en emplear la palabra "olvido" en sus títulos. Memoria contra el olvido, de Jairo García Jaramillo y Palabras contra el olvido, de José Luis Ferris, que consiguió el premio Antonio Domínguez Ortiz que anualmente convoca la Fundación José Manuel Lara. García Jaramillo ya se había adentrado en la invisibilidad de las mujeres en el ámbito cultural/intelectual en la brillante La mitad ignorada, y ahora en este nuevo texto rescata a las escritoras de la Generación del 27 o, sencillamente, a la Generación del 27 real, la que estuvo compuesta por hombres y mujeres. Y lo hace no pretendiendo eclipsar a los Lorca, Dalí o Alberti, no, si no recuperando desde la normalidad, y también desde la justicia, a Rosa Chacel, Luisa Carnés, María Zambrano, Concha Méndez, Concepción Arenal, Champourcín o María Teresa León, de la que, precisamente, se ocupa José Luis Ferris en Palabras contra el olvido.

El nombre de Rafael Alberti nos resulta muy familiar, gratamente familiar, recordamos sus gaviotas, su bahía, su piel de toro estirada, pero tal vez no nos acordamos de María Teresa León, la mujer que estuvo a su lado, más allá de lo estrictamente sentimental. José Luis Ferris, tras recuperar obras y vidas de las también escritoras del 27, Maruja Mallo y Carmen Conde, dedica Palabras contra el olvido a María Teresa León, la hija del coronel, una riojana revolucionaria y romántica, que vivió la vida intensamente, a pesar de todas las ataduras que se encontró en la misma. Una voz, igualmente, a recuperar y reivindicar, pieza clave en la Generación del 27, tal y como su obra demuestra. Escribió María Teresa León: a dar en tu luz extinguida/un recuerdo amarillo,/perdido del otoño. Demasiado ha durado el otoño, y hasta el frío invierno, para tantas y tantas mujeres, que inmerecidamente siguen ocupando los cajones olvidados de una historia que se escribe con minúscula porque no es la verdadera, ya que ha ocultado a una mitad.

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