Tribuna

Salvador Gutiérrez Solís

@gutisolis

Juan Bosco

Su búsqueda de la igualdad, su defensa de los que menos tienen, su apuesta por una educación universal, su constante apoyo a los obreros, son valores que yo comparto

Juan Bosco Juan Bosco

Juan Bosco

Los 31 de enero, para todos los que hemos pasado por los Salesianos siempre son especiales, porque fueron muy especiales en su momento. Los recuerdo con sabor a tortas de aceite y chocolate y haciendo cola para entrar en el teatro; los recuerdo correteando por alguno de los patios, cuando el frío era un asunto sin importancia. Los recuerdo nerviosos y alegres, impacientes por volver a sentir algo que nos había hecho muy felices. Los recuerdo con su propia banda sonora, que tantos años después sigue sonando en mi interior -su concierto han entonado, las campanas clamorosas...-.

Y me acuerdo de Gris, aquel perro salvador, de los carros de diapositivas, de las risas en la oscuridad, de aquellos amigos que lo siguen siendo hoy -porque la amistad no requiere de compromisos- y de tantos y tantos momentos vividos, disfrutados, intensamente. Cada 31 de enero vuelvo a recordar a Juan Bosco, más al ciudadano, al educador, al inconformista, al activista que al santo, porque no me cansaré de repetir que buena parte de mi formación y educación, el despertar de mis inquietudes, muy especialmente, se las debo a mi paso por los Salesianos. Es una evidencia que nunca voy a ocultar y que exhibo con orgullo, con una sonrisa, con emoción, porque en esos años aprendí no sólo a leer, escribir, sumar, las capitales o los afluentes de los ríos, también aprendí a ser persona. Con todo lo que eso conlleva, de derechos, obligaciones y responsabilidades. Y también aprendí a no desfallecer, a insistir hasta conseguirlo, a trabajar duro, porque la constancia es una virtud en ocasiones superior al mismo talento. El talento sin horarios raramente llega a la meta.

No soy religioso, no soy creyente, no creo en ningún dios, pero jamás podré entender determinados ataques a la diferentes religiones, a cualquiera de ellas, por el simple hecho de serlo. No envidio a quien dice tener fe, como tampoco se me pasa por la cabeza burlarme de ellos. No puedo entender ese doble rasero de quienes admiten la meditación, el silencio o la contemplación, sobre todo cuando se nos muestran como tendencias de moda, y sin embargo cuestionan el que existan congregaciones de clausura o que haya religiosos que entreguen buena parte de su tiempo a la oración. Si evaluamos a la iglesia católica, así como a cualquier otra expresión religiosa, con respecto a su pasado, tengamos en cuenta que desde cualquier ámbito, ya fuera económico, monárquico o social, se han cometido atropellos, injusticias y aberraciones. Piense en uno que se atreva a coger la primera piedra. Culturalmente, creo que es incuestionable el papel de la iglesia católica en la construcción de edificios que hoy son grandes monumentos universales, o en la conservación y reproducción del patrimonio literario o pictórico. Y en clave de presente, la labor que sigue desarrollando en el denominado Tercer Mundo es digna de elogio. Que lo hicieron mal, en el pasado, desde luego, todos los hicieron mal, como todos también hicieron algo bien. Mucho o poco.

Recuerdo cada 31 de enero a Juan Bosco -patrón de los magos y del cine- por todos los valores que le adjudico, y que son los de un hombre bueno, porque así es como lo contemplo. Su búsqueda de la igualdad, su defensa de los que menos tienen, su apuesta por una educación universal, su constante apoyo a los obreros, a que tuvieran un trabajo y un salario digno, y con derechos, el hacer el bien a los demás, en definitiva, son valores que yo comparto. Valores que también encuentro en el cristianismo, así como en otras expresiones religiosas. El hacer el bien, ser buenas personas, ayudar, ayudarnos, no son propiedad de nadie, y deberían ser el objetivo de todos. Por todo esto, cada 31 de enero recuerdo a Juan Bosco y recupero olores, sabores y emociones que seguramente se mantienen muy vivas en mi memoria porque son verdaderas.

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