Salvador Gutiérrez Solís

Inteligencia Artificial

La tribuna

Inteligencia Artificial, claro que sí, pero no para delinquir y fastidiar, tampoco para suplantar personalidades o creatividad, que no pueden explicarse por ningún logaritmo

Inteligencia Artificial
Inteligencia Artificial

25 de septiembre 2023 - 00:15

No tenemos remedio, la verdad. Cualquier avance, cualquier progreso, somos capaces de convertirlo en justamente lo contrario. El oro, en carbón, alquimistas a la inversa. Pareciera que no estamos satisfechos si no somos capaces de encontrar el lado negativo de las cosas, de lo que sea. El lado oculto de la luna, hasta cuando es llena (también lo tiene). Hasta en la bondad somos capaces de encontrar un nicho para la perversión. Basta ponerse. El empeño por disfrazar de fracaso el éxito. La obsesión por fastidiarle la vida a quien esa. Esos menesteres. Signos de este tiempo. Hablemos de Inteligencia Artificial, que tan de actualidad está, y no por sus virtudes, precisamente. Así, de repente, a bote pronto, hasta intuyo una contradicción en la expresión (inteligencia y artificial), pero seguramente se trate de eso, de sistematizar, ordenar y construir lo que es eminentemente natural, en nada artificial.

El otro día leí un texto escrito por la Inteligencia Artificial. Le indicaron, previamente, que se tratara de una historia de suspense, que contuviera un coche rojo, un asesinato, un hotel, y que transcurriera en la actualidad. El resultado fue un texto correcto, sin errores gramaticales, pero carente de toda emoción, muy plano. Aburrido. Sin corazón. A pesar de eso, creo que la Inteligencia Artificial nos puede ofrecer grandes beneficios, ocuparse de asuntos que conciernen a nuestras existencias, como pueden ser nuestra seguridad, planificación o memoria. Que no son elementos, precisamente, inocuos de nuestras vidas, todo lo contrario. No creo que pueda suplantar la creatividad humana, por la sencilla razón de que todo acto creativo es incomprensible, no se ajusta a ninguna fórmula o intención, no parte de un hecho racional. Y lo irracional no se puede programar, no hay un esquema.

Los memes han encontrado su paraíso en la Inteligencia Artificial. Ya no es necesario recurrir a rudos programas de diseño y edición para crear nuevas realidades. Ese Papa con ese plumas blanco e inmaculado fue la gran mentira que nos creímos todos. Y a partir de eso, hemos conocido todo tipo de recreaciones y experimentaciones que nos han mostrado algunas de las habilidades del artefacto.

Lamentablemente, hemos pasado de la broma al delito, y de lo que puede llegar a entenderse como gracioso a lo que es atrozmente asqueroso. Porque los malvados, los delincuentes, los inconscientes en este caso, por lo que apuntan, han encontrado en la Inteligencia Artificial un lugar para su esparcimiento. Como suele suceder, no nos extrañemos. ¿Cuánto tardaron en convertir Internet o los nuevos cauces de comunicación en el lugar idóneo para el fraude, el robo o la extorsión? Muy poco. Pues como ahora. Hemos hablado mucho del asunto esta semana, por lo sucedido con unas niñas en Extremadura. Pero debemos separar el delito del espacio o herramienta con la que se realiza, porque son completamente diferentes.

Un jamón Cinco Jotas es una delicia, salvo que lo utilicen como arma de golpeo y te lo estampen en la cara. Pues algo parecido nos sucede con este mundo tecnológico, de redes sociales, información a la velocidad de la luz e Inteligencia Artificial. Usado con buena intención, como un apoyo a nuestras capacidades y personalidad, no me cabe duda de que son muy beneficiosas. Pero no para suplantar nuestra identidad, o lo que es peor aún, para ocultarla con el único objetivo de joderle la vida a los demás o cometer cualquier tipo de delito. En este aspecto sí considero que deberían existir filtros más estrictos, y no permitir, por ejemplo, calumnias bajo seudónimos. Como me enseñaron de niño, dando la cara en todo momento, que el que tiene que esconderse es por algo, y normalmente no es bueno. A modo de despedida, Inteligencia Artificial, claro que sí, pero no para delinquir y fastidiar, tampoco para suplantar personalidades o creatividad, que no pueden explicarse por ningún logaritmo.

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