Tribuna

Daniel guerra sesma

Profesor de Derecho Internacional Público de la Universidad de Sevilla

España, tres nacionalismos

Los tres nacionalismos (español, catalán y vasco), más que el sistema de partidos o el sistema institucional, conforman materialmente la estructura política de España

España, tres nacionalismos España, tres nacionalismos

España, tres nacionalismos / rosell

De las recientes elecciones catalanas surge un contexto complicado, quizá de bloqueo y nuevas elecciones. La principal duda es si será posible una mayoría independentista para presentar un candidato a la investidura y con qué programa, pues ya saben que no pueden optar por la vía unilateral. Por otra parte, hay que valorar el resultado de Ciudadanos porque puede marcar una tendencia de futuro, especialmente en la Cataluña urbana.

La persistencia del voto independentista indica que aunque no es suficiente para hacer lo que quieran, sí lo es para gobernar. Pero el Estado ya les ha indicado con claridad cuáles son los límites de esa acción de gobierno: el imperio de la ley y el respeto a la soberanía nacional. Si el independentismo persevera en la vía secesionista, no habrá cambiado nada y seguiremos con el conflicto. Si, en cambio, vira el rumbo para conformar una nueva mayoría política y social en Cataluña en favor del referéndum pactado, podría gobernar e intentar convencer al resto de la sociedad española de que es la mejor opción, cosa que hasta ahora no ha hecho.

Sobre el encaje legal del referéndum, el problema no está tanto en el artículo 92 de la Constitución, que con algunos matices lo podría permitir, sino en la incompatibilidad con los artículos 1.2 y 2, como ya ha señalado el Tribunal Constitucional. En mi opinión, un referéndum consultivo de autodeterminación, convocado por el Gobierno central, no implica cesión de soberanía. En todo caso, la autorización del mismo corresponde al Congreso, por lo que las dudas jurídicas se resolverían previamente.

Otras dos soluciones que plantea el nacionalismo catalán para resolver el conflicto son el reconocimiento nacional de Cataluña y el concierto fiscal. Con ellas se podría desactivar parte del independentismo. Sin embargo, el constitucionalismo español (PP, PSOE y C's) no las acepta plenamente, más allá de las propuestas del PSOE sobre la "Nación de naciones" -más bien retórica- y la ordinalidad fiscal.

Las tres opciones -referéndum, nación y concierto- son hoy por hoy improbables: para lo que el nacionalismo catalán es irrenunciable, para el constitucionalismo español es inaceptable.

El resultado es una situación de bloqueo permanente entre los tres nacionalismos, -español, vasco y catalán- que dominan políticamente sus territorios pero no lo suficiente como para aplicar sus programas sin tener en cuenta su diversidad. Esos tres nacionalismos, más que el sistema de partidos o el sistema institucional, conforman materialmente la estructura política de España. Gustará más o menos, pero es lo que hay. Lo hay desde hace mucho tiempo, y sus relaciones han alternado períodos de pacto con otros de enfrentamiento. Normalmente son conflictivas porque deben compartir un mismo espacio político sin acabar de reconocerse mutuamente: el nacionalismo español no acepta la plurinacionalidad del Estado, y los subestatales no asumen la de sus territorios ni la pertenencia convencida al proyecto común, como explicó Ortega.

Son, al mismo tiempo, tres nacionalismos limitados, según la tesis del profesor Núñez Seixas. El nacionalismo español no nacionalizó plenamente España por la debilidad del Estado liberal del siglo XIX y la manipulación derechista de la idea nacional. A su vez, los nacionalismos subestatales tampoco han conseguido evitar que en sus territorios la mitad de sus ciudadanos sientan como propia la nacionalidad española.

La política estatal está condicionada por la dialéctica básicamente conflictiva entre ellos. El futuro de España dependerá de una alternativa: o hay un punto de encuentro en el que el Estado acepta su plurinacionalidad, y los nacionalismos vasco y catalán la binacionalidad de sus territorios; o bien el nacionalismo dominante, en este caso el español, mantiene su proyecto unitario, pero para ello los tres partidos constitucionalistas deberían unirse en torno a una idea común de nación, basada en el nacionalismo liberal, e ir adelante con una reforma constitucional que, inevitablemente, habrán de someter a referéndum, con el riesgo que ello comporta. Dudo que una reforma federal de tipo orgánico sirva para resolver la plurinacionalidad del país.

El futuro de España pasa, en suma, o por un entendimiento entre los tres nacionalismos, o por un proyecto constitucional español con más unidad entre los tres partidos principales. Hagan juego, señores.

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