Pablo Gutiérrez-Alviz Y Conradi

Carros y carretas

La tribuna

Carros y carretas
Carros y carretas / Rosell

23 de enero 2024 - 00:00

Los clásicos mejores inventos de la historia de la humanidad parecen unas antiguallas ante el poderoso empuje de los últimos descubrimientos de estos tiempos tan tecnológicos. El fuego, la rueda, el arado, la imprenta… como elementos primitivos de una antigua civilización frente a los modernos y casi mágicos avances de la telefonía móvil, internet y la inteligencia artificial. No obstante, la rueda en sentido lato: varias ruedas y una plataforma encima con o sin asientos (el carro), es el invento más unido al ser humano porque nos acompaña continuamente, desde el nacimiento hasta poco después de la muerte. Me temo que soy algo carroza.

El recién nacido lo sacan a la calle en un carrito de bebé, o cuna rodante, como lo denomina Vargas Llosa en su deliciosa novela de despedida, según proclama al lector en su título Le dedico mi silencio. El niño se divierte con juguetes con ruedas como la carretilla, el patinete, y muy especialmente la bicicleta, en principio, con “ruedines”. El joven adolescente ansía conseguir una motocicleta.

Mi generación se crio viendo películas en las que las ruedas tenían un papel estelar. En las de romanos (Ben Hur), las ruedas rotas de las cuadrigas saltaban por los aires. En las de indios, las ruedas de las lentas carretas y de las veloces diligencias casi nunca se estropeaban ante la incredulidad de los pieles rojas, de los rostros pálidos y de los mismos espectadores. En otros filmes, muy bélicos, abundaban los carros de combate. La estupenda acústica de aquellos antiguos cines (hoy multicines), nos permitió disfrutar de la pegadiza banda sonora de Carros de fuego. Y como santo y seña de la rueda musical española: ¿Dónde estará mi carro? de Manolo Escobar.

No hay duda de que para sobrevivir hay que ir a una tienda de comestibles con el carrito de la compra. En caso de acudir a una gran superficie habría que coger el carro del hipermercado en el que cargaríamos el vino de Rueda recién adquirido. Las viviendas y las oficinas están dotadas de muebles con ruedas, desde sillones hasta carros con bebidas o productos de limpieza.

En el transporte la rueda también es fundamental, incluso para el aéreo. Muchos hispanohablantes de América llaman carro al coche. La policía, los bomberos y la atención médica domiciliaria exigen coches patrullas, camiones cisterna con mangueras y ambulancias, respectivamente. Sorprende que algunas personas se refieran a las ruedas mencionando las marcas de los neumáticos como Michelín o Pirelli: el primero, con la famosa guía de restaurantes caros y refinados, y el segundo, con el tradicional y erótico almanaque, hoy día más sofisticado y con más ropa. Por mar, la rueda del timón. En los trenes, hay que procurar que no se descuelgue el furgón de cola, como el título del libro de ensayo de Juan Goytisolo, de certeros diagnósticos sobre la sociedad española que todavía podrían estar vigentes.

Los deportes no son ajenos a las ruedas. Por ejemplo, las carreras de velocidad de motocicletas y de coches. En los rallyes sobre caminos pedregosos son frecuentes los pinchazos. El ciclismo, nos brinda la expresión “chupar rueda” respecto al ciclista que aprovecha la estela del compañero que le precede en la escapada.

Si la rueda la hacemos masculina, sería el ruedo que nuestro subconsciente une a la fiesta nacional. Si le añadimos ibérico recordaríamos a la editorial antifranquista que publicó en 1967 la primera edición del citado texto de Goytisolo.

El carro marca el comportamiento humano. Así, cualquier persona ha de saber subirse al carro (adecuado) o bajarse del (mal) carro. Hay que controlar y parar el carro cuando va desbocado, y si apenas rueda y se para, tocaría tirar del carro. Los políticos sufren en las ruedas de prensa casi tanto como los delincuentes en las ruedas de reconocimiento. Conviene que todo vaya sobre ruedas y no depender de la rueda de la fortuna. Y en el sexo, dos tetas tiran más que dos carretas.

El ingreso urgente en un hospital implica sentarse en una silla de ruedas o bien acostarse en una camilla. Al final de la vida, bastantes ancianos tienen que usar el andador para pasear. Y un coche fúnebre nos llevará camino del crematorio o del cementerio.

En definitiva, a pesar de los avances tecnológicos, la rueda acompaña al ser humano en todo momento. Eso sí, a la silla de ruedas con motor le instalarán inteligencia artificial para que nos conduzca de regreso al propio domicilio del que ya no recordaremos ni la dirección.

–Oiga, ¿le queda algo más con ruedas?

–Pues sí, que nunca trague con ruedas de molino, aunque como jurista le confieso que en España estamos aguantando carros y carretas.

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