Tribuna

Salvador Gutiérrez Solís

@gutisolis

Amor

Chicloso, mantecoso, embustero, como usted quiera, pero prefiero mil veces hablar sobre el amor que sobre todos esos asuntos que caen sobre nosotros cada día como losas

Amor Amor

Amor

Hay quien llega este tiempo y le molesta que le hablen de amor, que los amantes lo exhiban, que los enamorados se acaramelen, que los tortolitos se den piquitos y hasta que los novios eternos se agarren de las manos. Con lo bonitas que son esas cajas de bombones con forma de corazón o esos ramos de rosas rojas con su lazo y dedicatoria, como está mandado. Si es que hasta el angelito lanzando sus flechas envenenadas de amor tiene su aquel. Y para justificar su enfado, argumentarán lo de todos los años, que si esto es un invento de la mercadotecnia, que si es una cursilada, además de una horterada, una chorrada, en definitiva, inventada con el único objetivo de sacarnos los cuartos. Y sí, es posible que sean ciertos todos esos argumentos, no lo niego, pero por esa regla de tres no celebraríamos casi nada a lo largo del año. Porque muchas de las celebraciones que nos reúnen familiar y emocionalmente, esas que hay que salvar aunque nos matemos después, también tienen su componente de mercadotecnia y hasta su dudoso encaje temporal. Pero más allá de todo esto, o por encima de todo esto, qué más da.

Celebramos el día mundial del lavado de manos, de los galgos con lunares negros, de las ballenas azules y de los pájaros que comen alpiste del supermercado, y nos preocupamos porque un día se lo dediquemos al amor, al amor. Cursi, hortera, arrebatado, imposible, ausente, fraternal o pasional, pero amor, que cada cual lo disfrute como más le plazca o entienda. El amor, como los peinados, como el deseo, como las pizzas, como las patatas de sabores químicos y como el vino, es al gusto del consumidor, porque afortunadamente todavía no han inventado una definición que lo englobe, encaje y delimite con exactitud. Y puede que ahí se encuentre gran parte de su magia. Sí, he dicho magia. Ojo con la palabra de marras.

Chicloso, mantecoso, embustero, como usted quiera, pero prefiero mil veces hablar sobre el amor que sobre todos esos asuntos, algunos de ellos terribles, que caen sobre nosotros cada día como la más pesada de las losas. Esa que nos agarra del cuello y nos trata de conducir hacia el desagüe de la ducha mientras en la emisora de turno relatan el desastre de turno, que en este turno de tiempo es siempre el mismo desastre. Pues sí, hasta el amor más edulcorado me interesa y me atrae más. Y cuando los leo, o cuando los contemplo en la pantalla, hasta en esos finales que tienen más ciencia ficción que la saga galáctica, consiguen emocionarme. Sí, me emociono con eso, y hasta con cosas de las que catalogamos como ñoñas, y espero seguir haciéndolo siempre, porque para piedra y navaja, para martillo y presión, para espesura y caspa, ya tengo mi ración de cada día y no quiero más. Tal vez me miento, no me niego, y lo hago por evadirme de la realidad, como placebo, como excusa, da igual, pero es que el amor siempre ha sido y siempre ha sido un tema universal, atemporal y esencial, y otras muchas palabras, algunas de las cuales no terminan en al.

Te quiero, eres lo mejor que me ha pasado en la vida, te amo, qué hubiera hecho sin ti, cada día te quiero más, y todas esas frases que gustan, y mucho, recibir, en cualquiera de las situaciones posibles, y el que opine lo contrario es que nunca las ha escuchado o cuando se las han dedicado no eran de verdad, olían a vacías o prestadas. No pasa nada porque le dediquemos un día al amor, al que usted quiera, y hasta que seamos ñoños, cursis y pegamentosos, que eso no va a conseguir desnivelar la balanza de lo que somos cada día. Atrévase, a decir te quiero, a sentir las emociones en estado puro. Aunque no lo crea, o no se quiera dar cuenta, más que nunca necesitamos al amor en este tiempo de oscuridad e incertidumbre, en este tiempo que renegamos de todo, hasta de lo que somos. Amar y amor, el verbo y el sustantivo, con ambos me quedo, en cualquiera de sus formas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios