El regalo de Vox al PP

El tablero político nacional registra continuos movimientos aunque, en realidad, el complejo escenario que dejó el 23-J continúa inmutable. Habrá que esperar al 17 de agosto, la fecha de constitución del nuevo Congreso, para aclarar la correlación entre las fuerzas políticas y atisbar qué puede suceder si hay investidura. En este contexto, Vox emitía un comunicado el domingo para anunciar que sus 33 diputados apoyarían sin condiciones “una mayoría constitucional” ante el “peligro” de que Pedro Sánchez sea elegido presidente “de la mano de todos los enemigos de España”. El PP acepta el regalo e interpreta que Santiago Abascal asume no entrar en el hipotético Ejecutivo y que avala –algo mucho más discutible– el cortejo al PNV para completar los apoyos. Pero, por el momento, la maniobra da para un nulo recorrido. Desde el principio ya se presuponía el respaldo de Vox a Núñez Feijóo. El problema insalvable es sumar para la ecuación a los nacionalistas vascos. Y el PNV ha vuelto a recordar la resolución negativa que aprobó el 24 de julio cuando el líder popular llamó por primera vez a su puerta. A Feijóo y a su equipo les ampara la legitimidad de tomar la iniciativa como vencedores de las elecciones. Pero si no media un milagro político, darán vueltas en círculo. Estériles, aunque quizá sirvan de consumo interno para disfrazar el fracaso que cosechó en sus expectativas electorales. La alternativa que promueve Pedro Sánchez tampoco puede despertar ilusión ni transmitir confianza. Para que prospere se requiere un pacto con el citado PNV, Bildu y los independentistas catalanes. Y, como colofón esperpéntico, directamente con el prófugo Carles Puigdemont, que pretende reservarse el papel estelar en cualquier posible negociación. La descripción del panorama resulta desalentadora y apela a la inmadurez de los dos principales partidos nacionales, incapaces de alcanzar un acuerdo cuando la gravedad de la situación lo exige.