Una reacción proporcionada, pero enérgica

La Justicia y la Monarquía han reaccionado con responsabilidad, pero sin complejos. El 1-O está más tocado que nunca

Durante estos últimos días, los ciudadanos hemos asistido con mayoritaria satisfacción a la enérgica y proporcionada reacción del Estado ante el intento de golpe de los secesionistas catalanes. En este sentido, destaca el papel jugado por la Fiscalía, que, como tituló ayer este periódico, se ha puesto al frente de la ofensiva contra el referéndum ilegal del 1 de octubre. En el momento actual, y pese a lo que se repite desde algunos grupos de opinión, el problema fundamental es que se ha quebrado gravemente el ordenamiento jurídico español y los derechos más elementales de los ciudadanos catalanes, por lo que la primera reacción debe venir -como ya lo está haciendo- de la Administración de Justicia y de los cuerpos de seguridad del Estado. En este sentido, ha sido muy acertada la decisión de la Fiscalía de Cataluña de ordenar a los Mossos d'Esquadra que requisen las urnas con las que se quiere celebrar la pantomima de plebiscito e investiguen todo lo relacionado con la misma (el mismo aviso se dio también a la Guardia Civil y la Policía Nacional, pero era una cuestión puramente rutinaria). Por lo pronto, los Mossos, cuya lealtad a la Constitución había sido puesta en cuestión por algunos, han reaccionado como debe hacerlo una fuerza policial democrática: acatando inmediatamente las órdenes del poder judicial. Es importante, aunque sólo sea por cuestiones estéticas, que la solución al problema generado por algunos políticos catalanes venga de las propias instituciones catalanas. Ayer, también, la Fiscalía General del Estado cursó una orden a todas las fiscalías provinciales de Cataluña para que abran diligencias de investigación sobre los ayuntamientos que han mostrado su apoyo a la preparación y celebración del referéndum ilegal. Y, ya por la tarde, un juez ordenó el cierre de la web oficial de la cita, lo que inmediatamente ejecutó la Guardia Civil. El referéndum del 1-O parece más tocado que nunca.

Comentario aparte merece el pertinente y brillante discurso pronunciado ayer por el Rey en el marco de la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales de Cultura 2016. Felipe VI ha dado muestra en numerosas ocasiones de su exquisita discreción y de su neutralidad política. Pero lo que nos jugamos ahora va mucho más allá de una simple lucha partidaria y afecta a la misma esencia del Estado de Derecho y de la nación española. Sin esquivar el problema, Felipe VI se refirió expresamente a Cataluña y afirmó con rotundidad que la Constitución prevalecerá sobre "cualquier quiebra de la convivencia en democracia", y que "los derechos de los españoles serán preservados" frente a "quienes se sitúan fuera de la legalidad constitucional y estatutaria". No se puede ser más claro.

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