El mundo taurino exige respeto

La tauromaquia merece mucho más respeto y mayor compromiso por parte del Gobierno de España

Durante los últimos días, numerosas ciudades españolas y andaluzas han sido el escenario de las movilizaciones del mundo taurino, harto ya del ninguneo al que es sometido continuamente por numerosas administraciones públicas (algunas han llegado incluso a la prohibición, como es el caso de la Generalitat catalana) y del clima de hostilidad contra la Fiesta que están fomentando algunos políticos vinculados al Gobierno de la nación. Toreros, subalternos, empresarios, ganaderos y aficionados en general han llegado incluso a manifestarse en las calles para mostrar su irritación ante lo que ya parece claramente una estrategia política y social para acabar con una de las manifestaciones culturales y antropológicas más genuinas de España, América y el sur de Francia. Como no se cansan de decir los aficionados a la Fiesta, la tauromaquia es el segundo espectáculo cultural por número de espectadores en nuestro país, "sólo por detrás del cine extranjero", además del segundo espectáculo en vivo, tras el fútbol. Como mínimo, merece un respeto como el que sí le muestra la Junta de Andalucía.

Los toros no son sólo arte y cultura. Su impacto económico, pese al continuado acoso que sufre, es innegable. Por mostrar sólo algunas cifras, se estiman en 57.000 los empleos directos que genera la Fiesta, siendo la creación de puestos de trabajo indirectos mucho más alta: algunas fuentes hablan de 140.000. Los profesionales del toro abonan en cotizaciones a la Seguridad Social 12,2 millones de euros anuales. No es poca cosa.

El malestar en el mundo taurino con el Ministerio de Cultura, dirigido por el socialista José Manuel Rodríguez Uribes, es cada vez mayor, sobre todo por el desprecio al que ha sido sometido en el plan de ayudas a la cultura por el Covid-19. Es sencillamente increíble que nuestro Gobierno no sepa ver que los toros son una de las expresiones artísticas más originales de nuestro país, mucho más que otras donde la mediocridad abunda, pero que se llevan generosas ayudas. Frente a esta situación hay que exigirle al Gobierno un compromiso mucho mayor por la tauromaquia. No se trata sólo de responder a los insultos contra la Fiesta por parte de algunos ignorantes, sino de ofrecer un firme apoyo para que este sector pueda seguir como siempre, siendo un generador de riqueza y belleza, pese a quien le pese.

Los toros en España vivían una situación complicada ya desde antes de la pandemia. Ahora pueden recibir un golpe fatal. Este Gobierno tiene la obligación de evitarlo.

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