El excesivo protagonismo de Madrid

Fomentar el rechazo a Madrid sólo interesa a los que quieren minar los vínculos entre los españoles. Pero se percibe un extravagante protagonismo de la capital

Mañana se celebran las elecciones autonómicas de la Comunidad de Madrid tras una de las campañas más tensas que se recuerdan en los últimos tiempos y que ha acaparado de forma exagerada los periódicos y los espacios informativos de radio y televisión nacionales. Una de las grandes paradojas del Estado autonómico es la gran importancia que ha adquirido la capital del Reino. Madrid es hoy más importante para España que en los pasados tiempos del centralismo. Lo es a todos los niveles: político, económico, social, cultural, etcétera. En esto ha tenido mucho que ver su clase dirigente y una sociedad que ha demostrado ser integradora, moderna y dinámica. Pero también las enormes ventajas que proporciona ser capital de un Estado de la Unión Europea o algunos procesos como la privatización de las grandes compañías públicas -que convirtieron a esta ciudad en una especie de metrópoli iberoamericana- o una política fiscal a la que sus críticos tachan de dumping. Paralelamente a la importancia que ha ido adquiriendo Madrid se ha ido desarrollando una suerte de madrileñofobia que no se limita sólo a los territorios donde el nacionalismo es fuerte, sino que también se ha extendido a otros territorios sin veleidades soberanistas que ven con impotencia (y a veces con envidia) cómo la capital atrae como un agujero negro a las empresas y fortunas del país. Madrid es una digna capital de España, una gran ciudad construida con el esfuerzo y el aporte del resto de las provincias de la nación (desde sus museos hasta sus grandes empresas, pasando por su población). Fomentar el rechazo a esta ciudad sólo interesa a los que quieren minar los vínculos entre los españoles (Madrid es uno de ellos). Pero también es cierto que a veces se percibe un exagerado protagonismo de la ciudad que es más perjudicial que positivo para su imagen. En esto no ayudan unos medios de comunicación que, pese a llamarse nacionales y, algunos, estar sufragados con el dinero de todos los ciudadanos, parecen olvidar que España es muchísimo más que su capital.

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