El crédito del Gobierno andaluz

La Junta se ganará la confianza de los andaluces si reduce la 'administración paralela' y recupera la imagen de los servicios públicos

El horizonte de los Presupuestos de 2020 ha quedado despejado para el Gobierno andaluz después de que Vox haya descartado la posibilidad de presentar una enmienda a la totalidad de las cuentas tras cerrar un acuerdo con PP y Ciudadanos. Tras escenificar la idea de vetarlas, como era previsible, el partido de extrema derecha ha entrado al trapo a cambio de negociar una serie de peticiones con las que pretende obtener algún tipo de rédito más vinculado a su proyección mediática que a políticas concretas. Y salvado este importante escollo, el presidente andaluz, Juanma Moreno, ha sido el primero en hablar de estabilidad y de confianza. Si cabe reconocer que no sólo se mantiene el esfuerzo inversor en las partidas sociales, sino que en algunos casos se aumenta, no es menos cierto que los Presupuestos vendrán a confirmar que la bajada masiva de impuestos -anunciada a bombo y platillo sin escatimar recursos- finalmente se quedará en algo más bien simbólico, como bien saben, sin ir más lejos, las familias numerosas y los jóvenes que confiaron en incentivos para adquirir una vivienda.

Aun así, los Presupuestos, como defiende el Gobierno andaluz, son expansivos y cada vez se parecen menos a los de los años de la gran recesión económica, cuando los servicios públicos sufrieron serios recortes. Pero los negros nubarrones que se ciernen sobre la economía, en general, invitan a cuestionar si finalmente nos podremos permitir tantas alegrías. Algo que sí parecen dispuestos a ejecutar tanto desde el PP como desde Ciudadanos -y así lo prometieron antes de su llegada al poder- es la reducción de la administración paralela. E independientemente de que gusten más o menos sus cuentas, nadie puede dudar de que, al menos en parte, era absurda dicha administración, que tan sólo servía para dar cobertura a la red clientelar creada por la Administración socialista, duplicando esfuerzos y recursos, y, de paso, ninguneando a los funcionarios y a la propia estructura de la Junta y sus consejerías.

Minimizar el entramado de organismos instrumentales de la Junta, donde trabajaban más de 26.000 personas, era el objetivo también de Vox, por lo que cabe confiar en que las cuentas salgan adelante en el debate fijado para esta semana. La Junta, en paralelo y tras un baño de realidad, ha renunciado a grandes proyectos e infraestructuras anunciados en campaña. Sabe que su caballo de batalla está en recuperar la confianza en los servicios públicos, empezando por la sanidad, y en esas está. De su capacidad para superar este desafío, de hecho, dependerá su credibilidad a medio plazo.

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