La comprensión de Podemos con los violentos

Podemos quiere aprovechar el encarcelamiento del rapero Hasel para continuar su campaña de desprestigio de la democracia española

Buena parte de la sociedad asiste atónita estos días a cómo un partido que forma parte del Gobierno de la nación se niega a condenar con claridad unos actos violentos que atentan contra los bienes y derechos de los ciudadanos, además de producir numerosos destrozos en la vía pública que deberán ser reparados a cargo de los impuestos de todos. Ante los disturbios registrados en ciudades como Madrid o Barcelona, Unidas Podemos se ha refugiado en una genérica condena a "todo tipo de violencia, venga de donde venga", cuando no ha hecho una directa invitación a la misma, como se desprende del polémico tuit de Pablo Echenique animando a los "jóvenes antifascistas" a continuar con unos actos que ya han provocado miles de euros de pérdidas y decenas de heridos entre los agentes del orden. ¿Cómo es posible que un partido que está en el Gobierno aliente o permita condescendientemente el uso de la fuerza contra las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado? Para responder a esta pregunta hay que conocer la errática trayectoria de Podemos, una fuerza de la izquierda populista cada vez más escorada y dispuesta a cualquier deslealtad al Estado y sus instituciones con tal de sacar réditos políticos. El partido que lidera Pablo Iglesias quiere aprovechar el encarcelamiento del rapero Pablo Hasel, decidido por unos tribunales plenamente legítimos y democráticos, para seguir con su campaña de desprestigio de la democracia española, a la que quiere presentar ante sus propios ciudadanos y ante la comunidad internacional como una anormalidad con la que hay que acabar. ¿A dónde nos llevará esta estrategia incendiaria de Pablo Iglesias? Parece cada vez más claro que Pablo Iglesias quiere lograr con la presión en la calle lo que las urnas le niegan constantemente: la liquidación de eso que llama tramposamente el "régimen del 78". Ya va siendo hora de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, empiece a reconsiderar muy seriamente su alianza con un partido que, cuando le conviene, toma actitudes abiertamente antisistema, que no respeta a las altas instituciones del Estado ni la división de poderes y que, incluso, es capaz de incitar a la violencia callejera.

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