Un cambio que debe hacerse realidad

El cambio que debe iniciar ya desde hoy el nuevo Ejecutivo andaluz de Juanma Moreno tiene que ser amplio y profundo

Aunque a veces el periodismo abusa del adjetivo, lo que ayer ocurrió en el Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla, sede del Parlamento de Andalucía, puede calificarse sin duda como "histórico". No se puede considerar de otra manera el que, tras casi cuarenta años de poder socialista, la mayoría de los diputados andaluces eligiesen como presidente de la Junta al popular Juanma Moreno, quien se ha convertido en el catalizador de las ansias de cambio expresadas por los andaluces en las urnas el pasado 2-D. El líder popular tiene ahora una altísima responsabilidad, la de no defraudar las expectativas creadas. No será fácil, tanto por las inercias de una Administración autonómica que lleva demasiados años siendo monocolor, como por los previsibles enfrentamientos entre los socios de Gobierno, PP y Cs, y con Vox, un apoyo parlamentario que ya ha anunciado que no será fácil de contentar. Juanma Moreno tendrá que hacer difíciles equilibrios para mantener unidos a los amigos y sortear una oposición que, ya está dando señales de ello, está dispuesta a movilizar la calle. El apretado calendario electoral de 2019 y la precaria situación del Gobierno nacional no ayudarán mucho en este sentido.

Pero ni la historia ni los andaluces perdonarían a Juanma Moreno que defraudase la voluntad de cambio expresada en las urnas. Como el propio presidente reconoció en su discurso del martes, el cambio debe ser real, y lo debe ser cuanto antes. Andalucía necesita transformar su Administración autonómica para convertirla en una herramienta de progreso económico y social, de emprendimiento, de creación de empleo. En definitiva, la Junta de Andalucía, lejos de ser una galaxia burocrática ajena al verdadero pulso de la comunidad, debe ser la palanca que ayude a la sociedad a recuperar el camino de la convergencia con las regiones más ricas de España y Europa. Nadie entendería que el nuevo Gobierno llegase al poder con la vieja idea lampedusiana de que "cambie todo para que no cambie nada". No se trata de sustituir unas caras por otras, de suprimir dos o tres organismos superfluos, de hacer una mera limpieza de imagen. El cambio que debe iniciar ya desde hoy el nuevo Ejecutivo andaluz debe ser amplio y profundo, revolucionario en el mejor sentido de la palabra. Tampoco se trata de acabar con lo bueno realizado durante los casi cuarenta años de socialismo, pero sí de dar un giro radical para eliminar los muchos vicios generados en Andalucía en casi cuatro décadas de falta de alternancia política.

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