Estados Unidos: los errores se pagan

Los sucesos del Capitolio hablan bien a las claras de la categoría moral y política de un presidente que ha puesto en crisis el sistema institucional de Estados Unidos

Cuatro años de populismo y mal gobierno pueden hacer frágil una democracia que lleva más de dos siglos dando ejemplos al mundo de cómo un sistema institucionalmente fuerte es el sustento sobre el que se construye una gran potencia. Donald Trump lo ha puesto en crisis. El asalto de una turbamulta al Capitolio, corazón de la representación popular de Estados Unidos, es el suceso más grave ocurrido en ese país desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 y adquiere un especial dramatismo porque fue instigado por un presidente que se resiste a admitir su derrota electoral y a entregar el poder al que debe sustituirlo, un hecho sin precedentes que habla bien a las claras de la categoría ética y política de Trump. La única enseñanza que puede sacarse de los sucesos del Capitolio, que ponen triste colofón al mandato lleno de desatinos del peor presidente de la historia reciente de EEUU, es que los errores se pagan y que las elecciones de 2016 fueron uno de una enorme dimensión. Anoten esta lección los países, algunos en Europa, que se subieron al carro del populismo para ponerse a favor del viento que venía de la Casa Blanca. La derivada positiva que cabe extraer de los ocurrido el miércoles es que Trump y todo lo que representa se ha acabado para siempre. Ni él ni su forma de entender la política tienen ya ningún futuro en su país ni en el mundo. Ahora se abre un proceso en el que el vicepresidente Pence y el presidente electo Biden tienen que coordinarse para quitar de en medio a Trump hasta que el próximo día 20 se produzca la entrada del nuevo inquilino en la Casa Blanca. Si hasta ahora, como ha demostrado, era un peligro para la estabilidad de su país, en la semana y media que queda para el relevo puede convertirse en un riesgo letal. La incapacitación de Trump, de la que se empieza a hablar en Washington y en las principales capitales del mundo, es una opción que no cabría desechar en absoluto. Estados Unidos debe cuanto antes dejar atrás la pesadilla de Trump y volver a ser la potencia que ha ejercido un liderazgo que ha hecho progresar al mundo.

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